Profesionalizar o no a los bomberos voluntarios

A diferencia de otros profesionales, los bomberos no perciben un salario ni gozan de un seguro de vida por el servicio que ofrecen. Desde hace más de 30 años, los cuarteles siguen en pie prácticamente gracias a la solidaridad de la ciudadanía.

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El fuego, las guardias nocturnas y la distancia de las familias constituyen la rutina de quienes diariamente salvan vidas sin más pago que el agradecimiento y apoyo de la ciudadanía.

Además del sacrificio y costo que supone formarse como bombero, tras recibirse, la persona debe soportar la falta de apoyo del Estado.

“En un 80% nos debemos a la comunidad”, manifiesta la capitán Lorena Marín, vocera del Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Paraguay (CBVP), al señalar que prácticamente la ciudadanía es la que sostiene los cuarteles.

La socorrista menciona que la principal vía de obtención de recursos constituyen además las empresas. “Golpeamos puertas y proponemos capacitar a los empleados para evacuaciones”, refiere.

Señala que pese a recibir un aporte anual del Estado, la institución no puede costear ni la mitad de sus requerimientos a través de ello.

La idea de profesionalizar a los bomberos, entendida como abonarles un sueldo, aún es poco debatida a nivel local.

Al respecto, Marín aclara que vivir del servicio constituye un objetivo muy ambicioso en el país.

“Nosotros somos bomberos profesionales porque existe una academia donde seguimos un manual bastante pesado”, manifiesta al aclarar que no hay gente improvisada en la institución.

El curso dura un año e incluye pruebas físicas y mentales. Tras recibirse, los bomberos deben costear su uniforme, botas y otros costosos elementos indispensables para el trabajo. De otro modo, solo queda recurrir a actividades de recaudación en la comunidad.

El concepto de voluntariado de por sí encierra la idea de ausencia remuneración, por lo que los bomberos “deben comer de otros trabajos”.

Para el CBVP, la propuesta del bombero asalariado puede alterar el espíritu de ayuda y el compromiso con la ciudadanía que motivan a los miembros.

“Va a ser una cuestión de no voluntario, una cuestión asalariada y no se va a medir el compromiso, el interés real”, asevera Marín.

De esta manera, antes de pensar en un sueldo, lo ideal sería ofrecer alguna especie de bonificación, mensualidad que permita al bombero al menos costear sus gastos, según explica la bombero.

Una manera de profesionalizar la labor de los bomberos igualmente sería dotarles de un seguro médico, considerando el peligro al que están expuestos diariamente.

“Si Juan se enferma o en medio de una emergencia se le cae una muralla, va a tener que recurrir a la institución para organizar colectas o actividades para juntar dinero”, explica.

La mujer comenta que días atrás, un socorrista fue atropellado cuando se encontraba en servicio y actualmente continúa internado en Emergencias Médicas.

“Hoy él tiene que estar viviendo de lo que juntamos para él. Aparte, la lista de cosas que le tenemos que conseguir para su recuperación. Eso no es justo”, expresa.

Antes que percibir un salario, los bomberos deben aportar dinero para ayudar al sostenimiento de los cuarteles, que suman más de 60 en todo el país.

“Aportamos G. 10.000 mensuales como suma simbólica para los gastos del cuartel. El compromiso no acaba en la formación ni en costear los uniformes”, agrega.

Una persona gasta en promedio G. 5 millones en adquirir los equipamientos personales que necesita para prestar servicio durante los siniestros, según datos facilitados por el CBVP.

“Hay capitanes acá que ni un casco pueden comprarse porque es muy caro. Entonces generalmente nos prestamos los uniformes”, refiere.

Otro aspecto que demuestra la ausencia del Estado es la falta de equipamientos como vehículos, carros hidrantes, escaleras y otros elementos básicos para la asistencia.

En algunos cuarteles ni siquiera cuentan con un local adecuado. Es el caso de J. Augusto Saldívar, donde se busca la solidaridad de la comunidad.

En todo el país hay 70 dependencias del Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Paraguay. La institución no puede extenderse a algunas zonas distantes debido a la falta de recursos, señala Marín.

Actualmente, la institución, que cuenta con 33 años, tiene a 4.383 bomberos voluntarios, según cifras oficiales del CBVP.

Prácticamente todos los bomberos locales poseen otro trabajo para ganarse la vida y destinan parte de su tiempo libre para las guardias ante posibles casos de incendio.

“De bomberos no vivimos, comemos de otra cosa. Acá hay madres y padres que tienen hijos a quienes darles de comer”, manifiesta la vocera del CBVP.

En otros países, como Argentina o Brasil, existen bomberos asalariados que generalmente tienen formación militar, según comenta la socorrista.

Aseguró que el apoyo en otros países llega a tal punto que en Estados Unidos algunos bomberos pueden darse el lujo de renovar sus uniformes cada cierto tiempo.

Pese a esto, Marín sostiene que en Paraguay no buscan un salario propiamente dicho, aunque sí más apoyo económico del Estado para hacer frente a las necesidades de los cuarteles.

“Queremos la ayuda económica, pero no queremos que se apague la llama del servicio desinteresado”, aseveró.

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