La cinta, dirigida y coescrita por Boris Lojkine, está protagonizada por Abou Sangaré, un mecánico originario de Guinea, que estaba sin papeles en el momento del rodaje ,y que prácticamente se encarna a sí mismo.
Durante 93 minutos, el espectador sigue a Suleymane como si fuera su sombra y asiste al laberinto descarnado en el que viven estos trabajadores, imprescindibles en el ritmo de vida actual de las ciudades europeas.
Su odisea le muestra pedaleando en su bicicleta para entregar pedidos por las calles de París o durmiendo en centros de alojamiento para solicitantes de asilo mientras prepara una entrevista con el organismo que puede regularizar su situación legal en Francia; y todo ello en medio de sus problemas familiares en Guinea.
Abusos, burlas, clientes irrazonables o falsos amigos interesados se entrelanzan con gestos humanos y solidarios que muestran la existencia de una verdadera confraternidad en los más desfavorecidos de la jungla urbana.
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Factura realista de documental
La película tiene una factura que le da la apariencia de un documental, aunque Lojkine asegura, en una entrevista con EFE, que no quería hacer un documental, sino que esa impresión viene de que "todo lo que se cuenta en la película es real, aunque sea una historia ficticia".
Para el cineasta, añadir elementos "simbólicos, metafóricos o estéticos me parecía completamente fuera de lugar".
La impresión de documental viene reforzada porque casi ninguno de los intérpretes era profesional y porque el rodaje se hizo con un equipo reducido, sin cortar las calles ni las estaciones de metro al grabar a su protagonista. "La cámara va pegada a él (...) el sonido es también muy inmersivo", insiste Lojkine.
'La historia de Suleymane' nos muestra cómo en las calles de una ciudad rica hay toda una capa social necesaria para su funcionamiento, pero que sale adelante en condiciones de extraordinaria dificultad y sin apenas ser visible para los ajetreados parisinos.
"En las grandes ciudades, la gente vive existencias paralelas y se ve todos los días, pero jamás llegan a conocerse, y con los repartidores es algo típico", incide Lojkine.
E insiste en que con las plataformas de reparto de comida es aún peor, ya que hasta las propinas se dan de forma digital, lo que hace que entre cliente y repartidor no haya ningún tipo de relación.
A pesar de ello, "la película está llena de pequeños momentos de simple humanidad", algo "muy importante" para Lojkine. "La vida es dura para Suleymane, pero no porque haya malas personas, sino que lo es de manera sistémica".
Para dar vida a Suleymane, Lojkine eligió a un auténtico migrante sin papeles procedente de Guinea y que además tenía una orden de salida del territorio francés, Abou Sangaré.
Este joven mecánico a punto de cumplir 24 años explica a EFE que tuvo sus dudas cuando Lojkine le propuso interpretar el filme, ya que se trataba "de mi historia personal", algo que pudo hacer tras dos meses de ensayos "parar preparar bien cada escena".
"He tenido dificultades en las escenas, porque al fin y al cabo es la historia de Suleymane en la vida real", recalca. Aunque también reconoce que rodar la película tuvo "una dimensión liberadora" de todas las personas que aparecen reflejadas.
La cinta concluye con una intensa escena final, la de la entrevista entre Suleymane y una funcionaria que puede ser decisiva para poder seguir en Francia.
La funcionaria hace preguntas y teclea en su ordenador con un sonido casi de una ametralladora, lo que añade aún más tensión, pero Lojkine insiste en que no quería presentarla como "una mala persona".
En los meses que han pasado desde su estreno en Francia, Lojkine asegura haber recibido muchos testimonios de personas que le dicen que ven a los repartidores "de manera diferente. Ahora los miro y me digo: estas gentes son ante todo personas".
De la misma manera, Sangaré también ha recibido mensajes de agradecimiento de repartidores que le cuentan que ahora los clientes les saludan, les miran a la cara y les hablan, algo que ayuda "a su dignidad".
Sangaré tiene ya sus papeles en regla y trabaja en su vocación, como mecánico de camiones en Amiens (norte): "El cine me ha dado una nueva vida, la que había perdido desde mi nacimiento".
Y aunque afirma que está feliz y no tiene "sueños en el cine", no descarta volver "con los brazos abiertos" si alguien le confía un papel con el que se sienta a gusto.
'La historia de Suleymane' llega a España con la vitola de los numerosos galardones cosechados en el Festival de Cannes del año pasado (tres), en los Premios del Cine Europeo de noviembre (uno) y en los César franceses de febrero (cuatro trofeos de ocho nominaciones).