Ambientada en un Brasil lluvioso y futurista, la cinta sigue a K, un hombre amnésico que, tras usar un dispositivo de IA para tratar un extraño síndrome neurológico, inicia un viaje tan trágico como absurdo en busca de un lugar de pertenencia.
Rodada en solo 16 días y con un presupuesto mínimo, la película combina ciencia ficción y denuncia política.
"Creo que estamos cerca de esa idea del fin del mundo, más que nunca, porque está muy cerca de nosotros, y no es el fin del mundo clásico que imaginamos", dijo Pretto en una entrevista con EFE en la ciudad balneario checa.
El cineasta de Porto Alegre aludió a los "fines del mundo" cotidianos que atraviesan la película: una sociedad golpeada por la pobreza, el calor extremo, el cambio climático y catástrofes como las inundaciones que arrasaron Porto Alegre en mayo de 2024.
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"Ya pasaron otros finales del mundo antes, como en la esclavitud de Brasil, que fue un apocalípsis, y ahora con la elección de (el presidente de EE.UU. Donald) Trump, que también es un tipo de fin del mundo", opinó el brasileño, que dice sentirse muy cercano al actual gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, aunque le achaca tibieza a la hora de abordar problemas sociales.
Pretto reconoce que es una película "rara", con toda la intención, y que, en formato de ciencia ficción, denuncia la desigualdad de la sociedad, y trata de abrirnos los ojos sobre la adicción al mundo digital, que nos distrae de la solución de los problemas reales de nuestras sociedades.
Sobre ese mundo digital, Pretto se refirió al "delirio que tenemos en la humanidad por el fetichismo tecnológico".
"¿Por qué tenemos este deseo fetichista y no queremos soluciones a los problemas? ¿Por qué queremos robots haciendo cosas absurdas si podemos mejorar las condiciones para que la gente haga ese trabajo?", se pregunta el director de 'Castanha' (2014) y 'Rifle' (2016).
Y la contestación, un tanto distópica y desesperanzada de Pretto, es que "en todos los sistemas de IA la parte buena es la distracción y el resto es para radicalizar una concentración de poder que sólo va a empeorar: el imperio tecnológico".
Los códigos del género futurista asoman en el nombre del protagonista, K -como el replicante de 'Blade Runner 2049' (2017)-, y en la artificiosa división de la ciudad: una parte utópica, dominada por la ilusión tecnológica, y otra distópica, marcada por el desempleo, las favelas y el anonimato.