Así lo expresó melancólico en la segunda jornada del festival musical internacional que se celebra en la ciudad de Bilbao (BIME), y de la mano de la periodista colombiana de la BBC Beatriz De La Pava, a la que explicó cómo era entonces aquella comunidad musical que marcó su juventud: "Vengo del hip-hop, donde realmente tratábamos de apoyarnos. Aunque competíamos con las discográficas, nos ayudábamos los unos a otros. Ahora no veo un frente unificado".
James Cruz recibió su primer premio Grammy por su producción en el tema "Los de atrás vienen conmigo", del dúo Calle Trece; pero para entonces ya había colaborado con artistas de la talla de Natasha Bedingfield y Lil Wayne.
Aunque actualmente regenta su propio estudio, 'Zeitgeist Sound Studios', en Nueva York, aprendió de la mano de productores como Chris Gehringer y Tom Coyne, en 'The Hit Factory', donde trabajó para mujeres como la rapera Lil’ Kim, la cantante Toni Braxton y el dueto Mary Mary; así como otros artistas como Maxwell y el dúo rapero Outkast.
En su ponencia, instó a los artistas a colaborar entre ellos y a crear lazos: "No puede ser uno solo, tenemos que estar unidos y tenemos que apoyarnos unos a otros en lugar de competir. No debemos tener miedo de compartir nuestros conocimientos y aprender de los demás".
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"Hoy día nos preocupamos de que nos quiten el puesto. Yo quiero que me quiten el puesto porque esto implica pasión. La pasión nos lleva al éxito, que es el que nos va a hacer llegar lejos", añadió.
También lamentó la irrupción del 'branding' (gestión de marcas) en la música, por el que las grandes se patrocinan a través de los artistas y que han convertido "los videoclilps en un anuncio".
Cruz criticó, además, el impacto de las redes sociales, que aunque permiten al espectador estar más cerca del artista y verle "en el día a día", también provoca que no se conforme con verle en directo, por lo que "los espectáculos han de ser cada vez más espectaculares y caros". "Para una persona de la calle es duro ir a más de un concierto porque resulta muy caro, lamentó.
Por estos motivos insistió en la importancia de "apoyar a los locales y pequeños artistas y volver a las pequeñas giras", que permiten acercar al artista a su público.
Visiblemente emocionado, valoró el posicionamiento actual de la música latina: "Cuando veo ahora el crecimiento de la música latina me salen lágrimas en los ojos. Es increíble. Antes teníamos que aceptar puestos de trabajo que ni queríamos hacer y mira dónde estamos ahora".
Era un contexto que no imaginó de pequeño, donde en Nueva York sentía que "ser latino no estaba bien": "Éramos los mecánicos, los invisibles. Yo crecí entendiendo que eramos diferentes y pensando que la comunidad no nos aceptaba. Teníamos que crear nuestro propio estatus y crear nuestro propio algoritmo. Hoy día me siento orgulloso de ser latino", concluyó.
