La ciencia bate sus propios récords

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¿QUÉ ES UN VIRUS?
¿QUÉ ES UN VIRUS?Archivo, ABC Color

Variantes, mutaciones, cepas, anticuerpos neutralizantes, inmunidad cruzada, la proteína Spike, aerosoles, las pruebas de antígenos o PCR. La ciencia ha batido en 2020 récords de audiencia, de colaboración y recursos, y termina el año consiguiendo un hito: el desarrollo en pocos meses de la vacuna contra el covid-19.

MADRID (EFE). La comunidad científica se afanó en escudriñar el SARS-CoV-2 y enseguida un equipo de investigadores chinos logró la secuenciación de su genoma completo.

La obtención de su “libro de instrucciones” y que este se compartiera en abierto para toda la comunidad científica permitió investigar sobre su origen, sus antepasados (es muy parecido a otros virus aislados en murciélagos), su evolución o su relación y similar a los otros dos coronavirus que causó en el pasado infecciones importantes en humanos: el MERS y el SARS-CoV-1.

La llave

Conocerlo –aún quedan mecanismos por desvelar– fue fundamental para afinar en el desarrollo de las vacunas, y una de las cuestiones claves fue la de averiguar qué “llave” utiliza el coronavirus para entrar en la célula humana e infectarla: es la misma que usaba el anterior SARS, una proteína denominada S (Spike) o proteína de la espícula que se une a otra llamada ACE2 (la “cerradura”) y que está en nuestras células.

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Precisamente, las vacunas de Pfizer/BionTech, Astrazeneca-Universidad Oxford y Moderna, aunque con tecnologías distintas, producen la proteína Spike del SARS-CoV-2 para que el organismo la detecte y genere defensas contra el virus.

Pero antes de conseguir vacunas eficaces por encima del 90% (otro récord) y comenzar la vacunación en

Estados Unidos, México, Gran Bretaña o España, la ciencia fue revelando cuestiones importantes sobre los síntomas –como la pérdida del olfato y del gusto– o sobre aquellas patologías que pueden aumentar el riesgo, como las enfermedades cardiovasculares, pulmonares o cáncer.

También sobre la dinámica de transmisión del virus: a menos de dos metros, por contacto, cuando se tose, estornuda o habla alto.

Sigue sin conocerse qué cantidad de virus es necesaria para una infección, pero sí que es siempre peor en sitios cerrados, con mucha gente, con personas en contacto cercano y durante largo tiempo.

Se sabe que hay personas y eventos “supercontagiadores” y también que las mascarillas, la higiene frecuente de manos y la distancia social son parte imprescindible del manual de la protección.

Los aerosoles

Pero también en el tema de la transmisión hubo polémica, en concreto con los aerosoles, las gotas más pequeñas (de menos de 5 micras) del virus.

Aunque no está clara la duración y distancia de estas gotículas, que por su tamaño podrían permanecer en suspensión más tiempo, hay estudios que hablan, por ejemplo, de virus “viable” en el aire de una habitación de hospital a casi cinco metros del paciente, muy por encima de las recomendaciones actuales.

El debate sobre el papel de los aerosoles y su peso en la infección duró prácticamente hasta final de año. No fue hasta julio cuando la Organización Mundial de la Salud comenzó a incorporar el riesgo sobre estas gotículas, coincidiendo, además, con una carta de 200 científicos advirtiendo de la transmisión aérea de la covid.

El paso de los meses ayudará asimismo a establecer las secuelas, por ejemplo, de un covid grave y a aclarar la utilidad de algunos tratamientos.

Medicamentos como la hidroxicloroquina o el remdesivir fueron sometidos a ensayos clínicos y pasaron en este año de servir como tratamiento a no ser útiles, o a serlo con limitaciones.

Para las vacunas es positivo que el coronavirus no mute muy rápido; parece que no lo hace, aunque sí muta, lo que es normal.

Hay miles de mutaciones y por ahora se cree que no afectan a las vacunas. Entre las mutaciones que llamaron la atención está la D614G en la proteína S, que en un primer momento se pensó que con ella el virus infectaba más que el original, y las que se acaban de conocer en una variante del coronavirus identificada en Reino Unido.

Se trata de 17 mutaciones, 8 de las cuales se encuentran en la proteína S; con esta variante (VUI-202012/01) la preocupación es mayor , pero a día de hoy los científicos insisten en que si bien parece que se propaga con más facilidad no hay evidencias de que sea más mortal.

Sostienen además que no afectaría a la efectividad de las vacunas y que en todo caso las tecnologías empleadas permiten su fácil rediseño para adaptarlas a las nuevas variantes.