MIAMI (EFE). La misión Crew-2, integrada por dos astronautas de la agencia espacial de Estados Unidos (NASA), uno de la agencia europea (ESA) y otro de la japonesa (JAXA).
La cápsula, que fue puesta en el espacio por un cohete Falcon 9 de SpaceX que despegó el pasado viernes del Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral (Florida), se acopló en el módulo Harmony de la estación espacial, mientras volaba a 425 kilómetros sobre el Océano Índico.
“Estamos muy contentos de estar aquí y listos para empezar a trabajar”, dijo Megan McArthur, una de los dos astronautas de la NASA, al comunicarse con el jefe en funciones de la agencia estadounidense, Steve Jurczyk, una vez que entraron a la estación.
Una vez que pudieron acceder al interior de la EEI, Megan McArthur y Shane Kimbrough (NASA), el japonés Akihiko Hoshide (JAXA) y el francés Thomas Pesquet (ESA) se tomaron una fotografía junto a los otros siete astronautas que los esperaban en la estación.
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Susto sin consecuencias
El viaje se realizó sin problemas, salvo por un momento de susto producido cuando un pedazo de basura espacial pasó muy cerca de la cápsula, cuando los astronautas se estaban preparando para dormir.
Sarah Gilles, de SpaceX, advirtió por radio a los astronautas unos 20 minutos antes de la “conjunción” y de que inmediatamente debían “ponerse los trajes y asegurarse a los asientos” ante un posible impacto.
Le respondió el francés Pesquet confirmando que había recibido las instrucciones y procedían a cumplirlas, y poco después Gilles volvió a llamar para decirles que el fragmento de basura no pasaría tan cerca como se habían temido en un principio. En una nueva conversación por radio minutos más tarde les avisó de que el peligro había pasado.
Es la primera vez en más de 20 años que astronautas de las agencias espaciales estadounidense, europea y japonesa vuelan juntos. También es la primera vez que dos cápsulas Dragon están acopladas a la vez a la EEI.
