"¡No dejemos que el mare nostrum se convierta en un desolador mare mortuum, ni que este lugar de encuentro se vuelva un escenario de conflictos!. Les suplico: ¡detengamos este naufragio de civilización!", clamó desde el nuevo campo de Kara Tepe ante representantes de los refugiados, cooperantes y también la presidenta griega, Katerina Sakelaropulu.
Tras haber saludado cariñosamente a numerosos migrantes durante un recorrido a pie por el campo, el pontífice lanzó un largo y duro mensaje en el que constató que las migraciones "son un problema del mundo", "una crisis humanitaria que concierne a todos", pero de la que nadie parece ocuparse, a pesar de que "están en juego personas, vidas humanas".
