Además, según el informe de la CEDH -un organismo que opera de manera autónoma pero es designado por el Parlamento etíope- 403 civiles murieron y 309 resultaron heridos en ese periodo (entre septiembre y diciembre de 2021) a causa de la violencia del conflicto.
El documento -que no recoge de manera exhaustiva todos los incidentes ocurridos- no solo cubre zonas de las regiones vecinas de Afar y Amhara, a donde se desbordó la guerra en julio de 2021 con el avance territorial de las tropas tigriñas, sino también algunas partes de Tigré.
La CEDH investigó atrocidades cometidas por diferentes partes implicadas en el conflicto: tanto los rebeldes del Frente Popular de Liberación de Tigré (FPLT) y del Ejército de Liberación de Oromo (OLA, en inglés) -que anunciaron una alianza a principios de agosto- como el Ejército etíope y las fuerzas regionales y milicias de Amhara y Afar.
El informe acusa a las fuerzas tigriñas del uso de la violencia sexual como arma de guerra -incluyendo violaciones en grupo frente a miembros de la familia o introducción de objetos en la vagina- así como de "actos de tortura" contra civiles que no quisieron darles dinero, información o armas.
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"Las partes del conflicto cometieron detenciones arbitrarias, secuestros y desapariciones forzadas, violando los derechos humanos y las leyes humanitarias", señaló la Comisión en un comunicado difundido este viernes.
Por otro lado, la CEDH acusó a las fuerzas tigriñas de saquear y llevarse a Tigré equipamiento médico, medicinas y ambulancias de Amhara y Afar, donde más de 2.400 centros médicos han dejado de funcionar y más de 4.300 colegios fueron completa o parcialmente destruidos.
La guerra estalló el 4 de noviembre de 2020, cuando el primer ministro Abiy Ahmed ordenó una ofensiva contra el FPLT -partido que gobernaba la región- en represalia por un ataque contra una base militar federal en Tigré y tras una escalada de tensiones políticas.
Desde finales de octubre de 2021, el FPLT consiguió avanzar sus posiciones hacia el sur y amagó con la posibilidad de marchar sobre Adís Abeba, que también es sede de la Unión Africana.
El temor a que los rebeldes pudiesen atacar la capital de Etiopía -segundo país más poblado de África y un importante aliado de Occidente- animó los esfuerzos diplomáticos de la comunidad internacional para conseguir una solución negociada.
Sin embargo, el pasado 11 de febrero, la representante especial de la Unión Europea para el Cuerno de África, la alemana Annette Weber, lamentó que Etiopía aún "está lejos" de encontrar una solución pacífica al conflicto, aunque los rebeldes trigriños anunciaron la retirada de sus tropas a Tigré y el Gobierno central liberó a varios rebeldes y presos políticos a finales de diciembre.
Según la ONU, unos 5,2 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Tigré y las regiones vecinas de Amhara y Afar.
Asimismo, miles de personas han muerto y unos dos millones han tenido que abandonar sus hogares debido a la violencia.
