"Sobre la reivindicación del asesinato de Al Zawahiri sigue siendo eso, una reivindicación. La investigación continúa y todavía no tenemos un resultado final, tampoco hemos encontrado ningún cadáver allí", informó en una rueda de prensa en Kabul el principal portavoz del grupo talibán, Zabihullah Mujahid.
Según el anuncio de Biden el pasado 1 de agosto, el líder de Al Qaeda había muerto un día antes durante una operación antiterrorista estadounidense llevada a cabo por un dron en Kabul, que bombardeó la residencia de Al Zawahiri cuando este se asomó al balcón.
"Debido a que fue un ataque con misil, el objetivo está completamente destruido y no encontramos nada allí", aclaró el portavoz talibán, evitando negar con rotundidad la presencia allí del líder de Al Qaeda.
Según la Casa Blanca, el terrorista se había trasladado con su familia a la vivienda a principios de este año procedente de Pakistán, donde en 2011 murió en otra operación estadounidense el líder histórico de Al Qaeda y su predecesor, Osama bin Laden.
La presencia del líder de la red terrorista en suelo afgano supondría una violación del acuerdo de Doha que firmaron en febrero de 2020 los talibanes con EE. UU. y que propició la salida del país de las tropas estadounidenses tras dos décadas de conflicto.
En este sentido, el portavoz aseguró que, si bien se han visto drones estadounidenses "patrullando" el cielo afgano, el asunto "se ha discutido en reuniones al más alto nivel" con Estados Unidos y esperan que cese esta "invasión" de su espacio aéreo.
La salida estadounidense hace casi un año se produjo a cambio de que, entre otros puntos, Afganistán no se convirtiera en un santuario de terroristas como sucedió en el anterior régimen talibán entre 1996 y 2001, que estuvo marcado por el apoyo a Osama bin Laden y los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
Sin embargo, la supuesta muerte de Al Zawahiri pone esto en entredicho, castigando los esfuerzos de los talibanes desde su llegada al poder hace poco más de un año de obtener el reconocimiento internacional y la liberación de sus fondos congelados en el extranjero para hacer frente a la crisis.
El pasado 15 de agosto, cuando se cumplía un año de la llegada de los islamistas al poder, la Casa Blanca descartó liberar "a corto plazo" los fondos bloqueados del banco central afgano porque considera que los talibanes dieron cobijo al líder de Al Qaeda.
El Gobierno de Joe Biden mantiene bloqueados 7.000 millones de dólares en fondos del banco central afgano, de los que pretende destinar 3.500 millones para las familias de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y los otros 3.500 para fondos humanitarios para Afganistán.