En un mensaje publicado a última hora del lunes en su cuenta de la red social Twitter, el ministro ruandés de Asuntos Exteriores, Vicent Biruta, se refirió a una conversación telefónica que el pasado domingo mantuvieron su presidente, Paul Kagame, y el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken.
Blinken "dejó claro que debe terminar cualquier apoyo externo a los grupos armados no estatales en la República Democrática del Congo, incluida la asistencia de Ruanda al M23", según informó este lunes el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.
Biruta indicó que Kagame tuvo "buenas conversaciones" con el jefe de la diplomacia estadounidense, pero precisó que "persisten las diferencias en la comprensión del problema".
"El enfoque erróneo y equivocado de la comunidad internacional sigue exacerbando el problema", subrayó el ministro ruandés, al enfatizar que "el M23 no debe equipararse a Ruanda" y "no es problema de Ruanda resolverlo".
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En su opinión, "una solución duradera requiere que la responsabilidad se coloque donde corresponde: la disfunción del Gobierno de la RDC y sus instituciones y el apoyo a las FDLR (Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda)".
También criticó la "injerencia externa" en los "esfuerzos regionales y continentales que sirven para proteger a la República Democrática del Congo de la rendición de cuentas", y aseveró que "es necesario abordar las preocupaciones de seguridad de Ruanda".
Kinshasa acusa a Ruanda de apoyar al M23, pero Kigali niega ese extremo pese a un informe de expertos de las Naciones Unidas filtrado el pasado agosto que confirmó esa cooperación.
A su vez, Ruanda acusa a la RDC de colaborar con las FDLR.
El M23 se creó en 2012, cuando soldados congoleños se sublevaron por la pérdida de poder de su líder, Bosco Ntaganda, procesado por la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra; y debido a supuestos incumplimientos del acuerdo de paz del 23 de marzo de 2009, que da nombre al movimiento.
El grupo exigía renegociar ese acuerdo firmado por la guerrilla congoleña Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) para su integración en el Ejército, a fin de mejorar sus condiciones.
El CNDP, formado principalmente por tutsis (grupo que sufrió en gran medida el genocidio ruandés de 1994), se constituyó en 2006 para -entre otros objetivos- combatir a los hutus de las FDLR, fundadas en 2000 por cabecillas del genocidio y otros ruandeses exiliados en la RDC para recuperar el poder político en su país de origen.
Tras años de inactividad, el M23 empezó a operar de nuevo el pasado marzo y al menos 340.000 personas se han visto desplazadas por sus combates con las FARDC, según las últimas cifras de la ONU.
Después de meses de pausa, los enfrentamientos se reactivaron este octubre y el M23 ha avanzado hacia Goma, capital de la provincia de Kivu del Norte, con choques a unos quince kilómetros de esa estratégica ciudad, que los rebeldes ya tomaron en 2012.
El este de la RDC lleva más de dos décadas sumido en un conflicto avivado por milicias rebeldes y el Ejército, pese a la presencia de la misión de paz de la ONU (Monusco).
