Puños en alza y una gran bandera colombiana ondeando alto en manos de la narradora, una mujer desplazada, creó el momento más especial de la obra, llenando de emoción y dejando sin aliento al imponente teatro en el que no había ni una silla libre.
"Hace siete años lloramos aquí porque pensábamos que habíamos llegado a la paz", declaró la directora antes de comenzar la obra con una bandera de Palestina en mano, reclamando "verdad para Colombia y para Palestina".
Los asistentes lloraran emocionados por el recuerdo de los horrores del conflicto, narrados a través de las magistrales voces de los artistas y las imágenes proyectadas en el escenario.
La verdad "por fin" sale al sol en el lugar más simbólico, pues aquí fue donde, hoy, 24 de noviembre, hace siete años, se firmó el acuerdo de paz, aunque la directora reconoce a EFE que "tan importante es presentar esta obra en el Colón como en teatros de barrio".
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De hecho, entre el público se encontraban varios firmantes del mismo, reconocidos por la directora, como el exjefe de las FARC Pablo Catatumbo, "y también había una firmante del acuerdo dentro de la obra" confirmó.
La obra se estrenó en esta misma fecha hace dos años, pero ahora la recuperan para inaugurarla en el gran teatro simbólico para este día en una única función gratuita.
Justicia para las víctimas
"Salida del sol, camino a la paz” es una pieza que combina situaciones del conflicto con escenas de la verdad social, indagando también en las causas.
Se abre el telón y la muerte con su máscara que asemejaba a una catrina mexicana y largas uñas recibe a un Colón expectante.
La Muerte es un personaje que "siempre viene" y parece acompañar a los artistas en cada acto.
La narradora es la encargada de guiar al público por los episodios del conflicto, a través de las historias de las víctimas protagonistas, que terminan con la necesidad de encontrar una pacificación, una unión entre los pueblos que pueda guiar a la paz y se sepa la verdad.
La dura verdad a la luz
Una de las artistas, Lucero Carmona, es una de las 6.402 "mujeres errantes" que perdieron a sus seres queridos en las ejecuciones de civiles en Colombia, conocidas como 'falsos positivos'.
Lucero le canta a Omar Leonardo Carmona, su hijo, quien "no era un delincuente, era un pelado (joven), un soñador", y llora por él junto al resto de mujeres que "escarbamos la tierra durante años, buscamos en los cementerios, pero no estaban".
La obra se centra en mostrar verdades que "nadie quiere escuchar", aquellas de los ciudadanos afrodescendientes, los exiliados y los desplazados, entre otros, que solían "susurrar, pero ahora usamos el canto, cantamos nuestra verdad para hacer ver la realidad", exponía la narradora al inicio de la obra.
En palabras de la directora, la obra cumple su objetivo de "hablar de la verdad, pero no solo de la verdad del conflicto, sino la verdad social, lo que viven los jóvenes, lo que viven los firmantes y lo que viven las mujeres".
Con 21 artistas en escena de la Corporación Colombiana de Teatro, entre los que se encuentran actores, actrices, bailarinas, una cantante de ópera, otra de bullerengue y una rapera, que en su gran mayoría son mujeres.
La historia está basada en textos de la directora y de los poetas William Ospina, Piedad Bonnet y Carlos Satizábal y la música fue compuesta por Nicolás Uribe.
La obra concluye con los reclamos de los nombres de aquellos que se perdieron entre el conflicto, y con el grito de "el pueblo no se rinde, carajo".
