En un acto en Bristol (suroeste de Inglaterra), Starmer dijo al electorado que "tiene la oportunidad de elegir el futuro del Reino Unido" en 2024, cuando se celebrarán elecciones generales en una fecha que aún debe precisar el Gobierno.
Ante la expectativa de que los comicios pudieran ser en mayo (o, si no, en octubre), el líder laborista, que accedió al cargo en abril de 2020 en sustitución de Jeremy Corbyn, ha puesto en marcha la maquinaria electoral en su partido, que prevé completar su manifiesto en las próximas semanas.
Tras arremeter contra el "populismo" y "cinismo" de los 'tories' (conservadores), que gobiernan desde 2010, Starmer también quiso diferenciarse de su antecesor, el izquierdista Jeremy Corbyn, al afirmar que el Laborismo "ya no es esclavo de la política de gestos" ni "un partido de protesta", sino "de servicio".
El ex fiscal general del Estado admitió que "odia" la "inutilidad" de estar en la oposición: "La impotencia y el dolor que surgen al ver a los conservadores llevar al país que amo a las rocas del declive", dijo.
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"Entré en política para servir y cambiar las cosas", manifestó el dirigente, para añadir que ese es "un mensaje de esperanza para el año nuevo".
Starmer mantuvo que la ciudadanía "tiene razón al estar en contra de Westminster (sede de las instituciones de gobierno) y enfadada al ver en qué se ha convertido la política".
"Esto no es un juego. La política no debería ser un 'hobby', un pasatiempo para personas que disfrutan de la sensación de poder, y tampoco debería ser un sermón desde las alturas, egocéntrico, vanidad disfrazada de virtud", declaró, repartiendo de nuevo críticas a conservadores y 'corbynistas'.
"Para cambiar el Reino Unido, debemos cambiarnos a nosotros mismos. Necesitamos limpiar la política. No más vías rápidas para los 'VIP', no más sobornos para colegas, no más puertas giratorias entre el gobierno y las empresas que regula. Restauraré los estándares en la vida pública con una represión total del amiguismo: esto termina ahora", manifestó.
El Partido Laborista inaugura el año con un claro liderazgo en las encuestas de intención de voto, que lo sitúan con un apoyo en torno al 41 % frente al 24 % de los 'tories'. Los liberaldemócratas reciben el apoyo del 13 % del electorado y los Verdes alrededor de un 9 %.
