El Alentejo portugués, ensayo de agricultura sintrópica adaptada al clima mediterráneo

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Évora (Portugal), 27 ene (EFE).- Un “laboratorio vivo” en el sur de Portugal ensaya la agricultura sintrópica -original del tropical Brasil- en un clima mediterráneo, aprovechando la diversidad de especies para beneficiar al ecosistema en su conjunto y ayudarlo a resistir los efectos del calentamiento.

Como ocurre en el norte de España, el eucalipto es normalmente una planta muy rechazada en Portugal. Arde fácil, no es autóctona, es muy expansiva y se asocia fácilmente a un modelo de monocultivo que ha creado aquello que los ecologistas llaman “desiertos verdes”.

El alemán Marc Leiber, sin embargo, defiende el uso de esta planta, que a su juicio está muy denostada pero es en realidad “muy generosa” en cuanto su capacidad de ayudar al crecimiento de otras.

En su terreno de Quinta das Abelhas, en pleno Alentejo portugués, Leiber planta eucalipto junto a otras tantas variedades de árboles -olivos, higueras, madroños, naranjos, por ejemplo- que protegen a los cultivos de menor altura, como espárragos, alcachofas o coles, entre otros.

Este joven, natural de Dusseldorf, lleva cuatro años instalado en este terreno al que el pasado otoño ha agregado cerca de 25.000 árboles con la ayuda del proyecto de reforestación europeo Life Terra.

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Allí, Leiber sigue los principios de la agricultura sintrópica, un tipo de cultivo no convencional más extendido en el tropical clima brasileño y que ahora ha querido trasladar a un contexto mediterráneo, cada vez más castigado por el cambio climático, con lluvias menos predecibles, temperaturas extremas y olas de calor más persistentes.

“Por supuesto, a las plantas les resulta muy difícil adaptarse a estas condiciones, especialmente durante su fase de establecimiento”, lamenta el agricultor, quien percibe un clima es más hostil a medida que se disparan los termómetros y que el ambiente se seca cada vez más rápido tras las lluvias.

“Pero con estas técnicas de agricultura sintrópica, donde utilizamos muchas especies diferentes juntas -y siguiendo una lógica de cómo combinar estas especies- ayudamos a través de este consorcio a crear las condiciones que cada una de ellas necesita para hacerlas mucho más resistentes a las sequías, a las olas de calor o a las heladas”, arguye.

Leiber, que realizó parte de su formación en Brasil, se desenvuelve sin problema en portugués entre sus vecinos, agricultores locales que, si bien al principio se mostraban escépticos con esta forma no tradicional de cultivar, ahora manifiestan una “gran curiosidad” por la iniciativa.

Muy centrado en la autosuficiencia alimentaria, el alemán produce su propia comida, plantando especies forestales que crean una suerte de capa de protección y sombra para los cultivos de alimentos.

Al principio, mucha gente le llamaba loco, le decía que su proyecto no iba a funcionar, que nada crecería, se quejaban de que plantaba eucalipto y advertían de que "lo destruirá todo”, confía Leiber.

Pero después de varios años y tras ver los resultados, el alemán ha detectado un cambio en la actitud de sus vecinos.

“Veo cada vez más lugares en esta zona donde se aplican estos principios de agricultura sintrópica”, sostiene Leiber, quien además dice recibir más visitas y más ayuda por parte de otros agricultores que vienen a aprender cómo trabaja "y están emocionados y felices de contribuir a esto, porque han visto los avances”.

Uno de ellos es el tractorista y agricultor luso Manuel Samarrinha, quien valora que “Marc hace algo novedoso en la zona", y cree que "trabaja bien”.

“Tiene un modelo diferente", alega el portugués. "Observa y sabe lo que hace. Veremos si finalmente le da fruto o no”.

Bob Ter Haar, investigador experto en agricultura orgánica ha pasado seis meses con Leiber estudiando y analizando el tipo de agroforestería, tras especializarse en estas formas de cultivo no convencional en la Universidad de Wageningen (Países Bajos).

Los principios de la agricultura sintrópica se basan en la idea de que "las plantas pueden ayudar a regular microclimas", resume este experto.

“Las plantas pueden emplearse para mejorar las condiciones de los seres vivos, tanto de otras plantas como de los microbios en el suelo, de las hormigas, de las abejas y, finalmente, de las aves”, explica Ter Haar.

“Y, por supuesto, intentamos crear las condiciones que nos permitan tener un sistema que apoye nuestra propia supervivencia”, concluye.