Las provincias orientales de Kivu del Norte y Kivu del Sur, que albergan a más de 4,6 millones de personas desplazadas, han sido las principales afectadas por este aumento intenso de los enfrentamientos, aseguró Save the Children en un comunicado.
“Los niños se ven atrapados en el fuego cruzado y el tiempo se acaba para ellos. Además, se ha bloqueado el acceso humanitario a las poblaciones ya vulnerables”, alertó el director de esta ONG en la RDC, Greg Ramm.
Asimismo, Save the Children denunció el ataque perpetrado por el poderoso grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23), que combate contra soldados de la RDC en el noreste del país, y que el martes tomó la estratégica ciudad de Minova, el primer núcleo urbano importante que conquista en la provincia de Kivu del Sur y una zona donde Save the Children trabaja en colaboración con sus socios para brindar apoyo a las comunidades afectadas.
Un trabajador de una de las organizaciones socias, David Okoni, detalló que los disparos en la ciudad comenzaron sobre las 5.00 hora local (3.00 GMT), lo que provocó que los habitantes, en su mayoría personas desplazadas, “huyeran en todas las direcciones”.
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Según Okoni, el ataque dejó niños heridos y a muchos menores no acompañados buscando “desesperadamente” a sus padres.
“La situación es crítica. Los padres no tienen comida ni agua potable para sus hijos, y los heridos por balas permanecen sin atención médica, ya que los trabajadores de salud también han huido para salvar sus vidas”, aseguró.
Además, explicó que, tras el ataque, las rutas para salir de la ciudad fueron cortadas, lo que bloqueó el acceso a la ayuda humanitaria.
La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), informó el martes de que más de 178.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares por la violencia en la zona de Minova entre el 4 y el 20 de enero y que al menos 113 personas resultaron heridas.
Save the Children instó a todas las partes involucradas en el conflicto a “priorizar la protección de los civiles y garantizar un acceso humanitario sin restricciones” y reiteró su llamamiento a la comunidad internacional para que tome “acciones inmediatas para abordar la crisis humanitaria”.
Los combates en el noreste del país se han recrudecido en las últimas semanas, después de que se suspendiera la cumbre sobre el proceso de paz prevista para el pasado 15 de diciembre en Angola y en la que debían participar los presidentes congoleño y ruandés, Félix Tshisekedi y Paul Kagame, repectivamente.
Aunque las autoridades ruandesas niegan la presunta colaboración de Kigali con el M23, este extremo ha sido confirmado por las Naciones Unidas y Kagame ha mostrado su apoyo público a los rebeldes.
A su vez, Ruanda y el M23 acusan al Ejército congoleño de cooperar con el grupo rebelde Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), fundado en 2000 por cabecillas del genocidio de 1994 y otros ruandeses exiliados en la RDC para recuperar el poder político en su país, una colaboración también confirmada por la ONU.
Desde 1998, el este de la RDC está sumido en un conflicto alimentado por milicias rebeldes y el Ejército, a pesar de la presencia de la misión de paz de la ONU (Monusco).
