El lunes, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, anunció que el presidente Nayib Bukele le ofreció a la Administración de Donald Trump recibir a migrantes que hayan delinquido y a personas condenadas.
Bukele detalló en redes sociales que el pacto consiste en aceptar el ingreso "únicamente de criminales convictos", incluso con nacionalidad estadounidense, en la famosa cárcel de máxima seguridad de su país, llamada Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot).
"Va a venir a dar a El Salvador un respiro fiscal porque se va a pagar por cada uno de estos delincuentes convictos en nuestras cárceles", dijo Mayorga en declaraciones a la prensa.
Añadió que, a su juicio, estos ingresos "nos ayudarán a hacer sostenible el sistema penitenciario" y que los recursos liberados se usen en salud y educación.
Según el mandatario salvadoreño, la tarifa que se pagaría por cada detenido "sería relativamente baja para Estados Unidos, pero significativa para nosotros y haría sostenible todo nuestro sistema penitenciario".
Bukele es, junto al argentino Javier Milei, el mandatario latinoamericano más afín a Donald Trump y, de hecho, fue el primer presidente de la región al que el republicano llamó después de ser investido, a pesar de que durante su campaña puso en duda la política de seguridad salvadoreña.
"En El Salvador, los asesinatos han bajado un 70 %, ¿por qué han bajado? (...) Han bajado porque están enviando a sus asesinos a Estados Unidos", señaló en su momento Trump, sin que el mandatario salvadoreño haya respondido directamente a estas acusaciones.
De acuerdo con organizaciones humanitarias, que citan datos oficiales, el sistema penitenciario salvadoreño posee un hacinamiento del 133,62 %.
También han señalado que el país es el que tiene la mayor tasa de de presos del mundo con 1.496 presos por cada 100.000 habitantes.