El ictus cerebral es una afección médica grave que ocurre cuando el flujo sanguíneo a una parte del cerebro se interrumpe o se reduce significativamente, situación que priva al tejido cerebral de oxígeno y nutrientes. Esta fue la causa de muerte del papa Francisco.
Con la condición, en cuestión de minutos, las células del cerebro comienzan a morir debido a esta interrupción. Asimismo, existen principalmente dos tipos de ictus, cada uno con sus características particulares.
El ictus isquémico es el tipo más común y representa aproximadamente el 87% de los casos. Se da cuando las arterias que suministran sangre al cerebro se estrechan o se bloquean.
Sus causas pueden deberse a diversos factores como la acumulación de depósitos grasos -aterosclerosis- o por un coágulo sanguíneo -trombosis o embolia-.
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Ictus hemorrágico
Por otra parte, el ictus hemorrágico se produce cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe y provoca sangrado.
Entre las causas más comunes de los ictus hemorrágicos se encuentran la hipertensión no controlada, aneurismas, y malformaciones arteriovenosas.
Asimismo, varios factores aumentan el riesgo de sufrir un ictus cerebral, entre los que se encuentran:
- Hipertensión arterial
- Diabetes
- Colesterol elevado
- Tabaquismo
- Antecedentes familiares
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Síntomas del ictus cerebral
Este accidente suele presentarse de manera súbita y es de vital importancia reconocer sus signos para buscar atención médica inmediata.
Algunos síntomas son:
- Dificultad para hablar y entender
- Parálisis o entumecimiento en la cara, brazo o pierna, especialmente en un solo lado del cuerpo.
- Problemas para ver
- Dolor de cabeza súbito, severo, sin causa conocida.
- Pérdida de equilibrio o coordinación.
Por otra parte, una manera de prevenir esta condición recae en controlar la presión arterial, adoptar una dieta saludable, hacer ejercicio regularmente y evitar tanto el tabaco como el exceso de alcohol.
Finalmente, su tratamiento del ictus depende del tipo y de la rapidez con que se reciba atención médica. Para el isquémico se pueden incluir medicamentos trombolíticos para disolver el coágulo, mientras que en el hemorrágico, el enfoque puede incluir cirugía para detener el sangrado y reducir la presión en el cerebro.
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