El ascenso de este historiador de 42 años sin carrera política previa demuestra la profunda división que existe en la sociedad polaca entre el conservadurismo y el nacionalismo de Nawrocki y la agenda liberal del gobierno de Donald Tusk, algo que quedó certificado por la escasa diferencia de votos (menos de un dos por ciento) con que superó a su rival en las elecciones.
"Polonia y los polacos primero"
El ideario de Nawrocki se puede definir como ultranacionalista, euroescéptico, hostil a la inmigración, tradicionalista y contrario a "las élites progresistas y su ingeniería social", con el lema "Polonia y los polacos primero" como resumen.
Su imagen de hombre de orígenes humildes, ajeno a la escena política, familiar, combativo y descontento con las tendencias liberales europeas, le valió el apoyo de millones de polacos para los que hasta hace unos meses era poco menos que un desconocido, un caso que recuerda al de su antecesor, Andrzej Duda, que se convirtió en presidente poco menos que por sorpresa y que tampoco estaba respaldado por ninguna experiencia relevante en política.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Para muchos analistas, el auge de Karol Nawrocki prueba que, con una guerra a las puertas y una situación política llena de incertidumbres, los polacos han valorado más la proyección de carácter y fortaleza personales y la "vuelta a la esfera de la normalidad", que las promesas políticas de su rival, apoyado por el primer ministro Donald Tusk -y un Gobierno que, por otra parte, apenas ha conseguido cumplir su programa en dos años de legislatura.
Agitación política
Si la campaña electoral fue áspera, no menos turbulentas han sido las semanas transcurridas desde entonces, con unas llamativas declaraciones de Szymon Hołownia, presidente de la Cámara Baja y uno de los principales socios de coalición de Tusk, en las que denunció a principios de julio intentos de conspiración y un intento de golpe de Estado para derrocar al Gobierno.
“Me propusieron un golpe de Estado (…) y quiero recalcar estas palabras: golpe de Estado”, aseguró Hołownia en referencia a una propuesta que según él recibió para negociar su presencia en un supuesto Gobierno de transición bajo el partido ultraconservador Ley y Justicia, que lidera la oposición.
Aquel episodio puso de nuevo de manifiesto la tensión política que fractura a una sociedad, la polaca, que Nawrocki tratará de unificar en torno a los valores comunes de patriotismo, defensa de la clase media y confianza en las instituciones, una tarea difícil y que su predecesor en el cargo, Andrzej Duda, jamás consiguió.
Difícil cohabitación en Polonia... y Europa
La imagen de "dos Polonias" -una conservadora y rural, y otra liberal y urbana-, aunque llena de matices, sirve para comprender lo difícil que resultará la convivencia entre Nawrocki y el primer ministro Tusk, que ya se han acusado mutuamente de traición a la patria y de falta de legitimidad.
El presidente, en Polonia, tiene derecho a vetar cualquier ley, aunque haya sido aprobada en el Parlamento, a no ser que exista una mayoría de dos tercios que la coalición de Tusk no tiene.
Si Nawrocki hace uso de esta prerrogativa para minar la actividad del Ejecutivo, podría acelerarse el desgaste, ya notable, del Gobierno y, según aventuran algunos analistas, llevaría a un adelanto de las elecciones.
Fuera de Polonia, la era Nawrocki y los cinco años de mandato que ahora comienzan, se ven con cautela y ansiedad, ante una posible vuelta a la situación de enfrentamiento entre Varsovia y Bruselas.
Nawrocki aseguró "no ver a Ucrania ni en la OTAN ni en la Unión Europea" a corto ni medio plazo, y parece claro que convertirá a Polonia en un bastión de la resistencia nacionalista, si bien está por ver hasta qué punto se alineará con la facción iliberal del húngaro Viktor Orbán y el eslovaco Robert Fico.
