La fuente precisa que "obviamente, él no necesita el dinero" pero que la oftalmología es "su pasión" y aspira a practicarla con la clase alta de Moscú, a la que tiene de vecina en el barrio acomodado de Rublyovka donde reside.
Aunque Al Asad y su familia -esposa y tres hijos- llegaron a Moscú hace ahora un año con abundantes riquezas que les permiten vivir cómodamente, no están en contacto con el presidente ruso, Vladímir Putin, quien, según otra fuente del Kremlin, no tiene el menor interés en personas "irrelevantes" como Al Asad que han perdido toda capacidad de influencia y por consiguiente no piensa invitarlos a su mesa.
Más aún, parece que el presidente y su entorno han prohibido a Al Asad dar entrevistas o hacer declaraciones públicas -tiene al menos una petición de la emisora Russia Today y otra de un podcáster estadounidense-, algo corroborado por el embajador de Rusia en Irak, Elbrus Kutrashev, en una entrevista reciente.
El embajador dijo que Al Asad tiene prohibido hablar con los medios: "No tiene derecho a participar en actividades políticas ni mediáticas. ¿Has oído algo de él? No has oído, porque no se lo permiten", dijo al entrevistador.
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Aunque la Rusia de Putin dio facilidades al clan Al Asad para asentarse tras su huida de Damasco, el hecho de no hablar ruso ha hecho difícil su adaptación y su integración al lado de la oligarquía rusa, y por ello han tratado de buscar un traslado a Emiratos Árabes, un destino que les es más familiar y donde acuden con cierta frecuencia como turistas.
Sin embargo, el diario asegura que Emiratos ha hecho saber a Al Asad que "no se siente cómodo" teniéndolo como residente permanente, por lo que ese traslado tal vez nunca se produzca.
Entre tanto, los tres hijos de Al Asad han continuado sus estudios en universidades rusas y la hija, Zein Al Asad, ha sido vista haciendo compras en tiendas de alta gama en Moscú, además de en su graduación universitaria, uno de los rarísimos eventos al que asistieron sus padres, sin hacerse casi notar.
