El Producto Interior Bruto (PIB) brasileño continuará perdiendo ritmo el próximo año, en el que se celebrarán elecciones presidenciales y legislativas, después de crecer un 3,4 % en 2024 y, según la última estimación del órgano emisor, un 2,3 % en este 2025.
Si se confirma ese 1,6 %, será el menor crecimiento registrado en el país suramericano desde 2020, cuando la economía brasileña se desplomó más de un 3 % por el impacto de la pandemia de la covid-19.
Esta última previsión para 2026 es prácticamente la misma con respecto a la anterior, que fijó la expansión del PIB en el 1,5 %.
Entre los factores que influirán en esa ralentización, el Banco Central mencionó los elevados tipos de interés, ahora en el 15 % anual, las perspectivas de desaceleración de la economía global, la ausencia del impulso del sector agropecuario observado este año, así como los peores datos de la industria extractiva.
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El Banco Central ha mantenido en los últimos meses la tasa básica de intereses en el 15 %, la más alta desde 2006, en un intento por frenar la inflación, que hoy se sitúa en el 4,46 % interanual, justo por debajo del techo de la meta para este año, que es del 4,5 %.
No obstante, el órgano revisó al alza su proyección del PIB para este año, que elevó del 2,0 % al 2,3 % ante el fuerte crecimiento de la industria agropecuaria en el primer semestre y una actividad ligeramente por encima de la esperada en el tercer trimestre.
Esta nueva previsión para 2025 es más optimista incluso que las últimas ofrecidas por el Gobierno brasileño y el mercado financiero, que calculan un aumento de alrededor del 2,2 %.
