El despertar de la UE ante un nuevo mundo: de la guerra híbrida rusa al desprecio de EEUU

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2395

Bruselas, 18 dic (EFE).- Los agravios de Estados Unidos y los ataques híbridos de Moscú contra la UE durante este 2025 amenazan con arrinconar al bloque en una posición de debilidad e irrelevancia, un nuevo escenario global ante el que Europa ha asumido que tendrá que rearmase y buscar mayor autonomía estratégica.

Tras el regreso a la Casa Blanca a principios de año de un Donald Trump desatado, el primer aviso para Bruselas fue la humillación pública del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en el Despacho Oval. En el tramo final de 2025 llegaron las negociaciones de paz con Kiev con una agenda claramente marcada por Moscú, y una nueva estrategia de seguridad nacional estadounidense antagónica sin ambages con el proyecto europeo.

Entre medias, los países europeos se han comprometido a rearmarse al ritmo dictado por Washington dentro de la OTAN y han pisado el acelerador para desarrollar capacidades militares propias conforme se intensificaban los incidentes con drones, cazas y ciberataques en el este, centro y norte de Europa, atribuidos a Moscú.

El politólogo Pol Morillas, director del centro de estudios Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), ve "cierta paradoja" entre las declaraciones de intenciones geopolíticas de líderes de la UE sobre reforzar las capacidades de seguridad y defensa, y "los resultados prácticos y operativos" logrados.

"Hay mecanismos que han puesto en marcha y pasos adelante, como el incremento del gasto en defensa, pero si miramos el posicionamiento estratégico, o la situación de Ucrania, la lectura es mucho menos positiva", dice a EFE el autor del libro 'En el patio de los mayores: Europa ante un mundo hostil' (Debate, 2025).

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

"Este año, sobre el papel, ha sido un cambio monumental: vimos el compromiso de gasto del 5 % del PIB de los países de la Alianza Atlántica, la rápida adopción del instrumento SAFE (préstamos para invertir en defensa), o la aprobación del programa de promoción de la industria armamentística europa EDIP", apunta Steven Blockmans, del centro de Estudios de Política Europea (CEPS).

A su juicio, la evolución más llamativa dentro de la UE este 2025 ha sido la de Alemania, con el cambio de paradigma que suponen su levantamiento del límite de deuda para a elevar el gasto en defensa y la expansión del reclutamiento militar voluntario.

"Todo esto significa un cambio enorme de actitud, pero llevarlo a la práctica es otra cosa. Digamos que se han puesto las primeras piedras, pero aún no puede decirse que la UE se haya situado como un actor geopolítico más creíble", añade este investigador.

Ambos expertos consideran que el eje franco-alemán ha vuelto a situarse este año como fuerza motriz en política exterior y de defensa del Viejo Continente con iniciativas como la "coalición de voluntarios" o la idea de extender el "paraguas nuclear" francés a otros países europeos, aunque advierten que se trata de una vía de acción externa y paralela al proyecto europeo.

Los dos citados académicos consideran que la UE ha logrado hacerse oír en las negociaciones para una eventual paz en Ucrania, al incluir en la agenda puntos alternativos a los inicialmente planteados por Moscú y aparentemente respaldados por EE. UU., y en concreto, que se tengan en cuenta las garantías de seguridad para Ucrania.

Morillas, no obstante, señala que la clave estará en "las perspectivas reales de ayuda financiera y militar que pueda ofrecer la UE a Ucrania a falta de mayor compromiso norteamericano". "Ahí es donde Europa puede asumir un rol de más liderazgo, y ganarse un sitio en la mesa de negociaciones", señala.

La decisión de la UE de movilizar indefinidamente activos rusos y su posible uso para préstamos a Ucrania "tendrá implicaciones geopolíticas para que se le tenga más en cuenta en el futuro" y "servirán de palanca para ganar peso en las negociaciones", añade Blockmans.

La nueva estrategia de seguridad estadounidense, que llama a "cultivar la resistencia a la trayectoria actual de Europa dentro de las naciones europeas" o exige que Europa asuma un papel mucho más activo en su defensa, viene a confirmar un volantazo en las relaciones euroatlánticas con el que ya venía amenazando la Administración Trump.

"No hay suficiente debate en la UE sobre lo que significa este cambio estratégico, sobre esa declaración de animosidad de tal magnitud", advierte Morillas.

Esta escasa capacidad de reacción se debe en parte a que "la visión trumpista del futuro del mundo está ya muy presente dentro de la UE, en países como la República Checa, Hungría o Italia", y a que los Veintisiete siguen siendo demasiado dependientes de EE. UU. en capacidades estratégicas, explica el director del CIDOB.

Además, "como europeos, no nos atrevemos a jugar a esa lógica de competición por el poder con EE. UU.. Y lograr mayor autonomía llevaría tiempo", añade.

Ante la acumulación de desafíos con los que asoma 2026, Morillas cree que al menos la UE ya tiene "las cartas sobre la mesa", al conocer "las formas y contornos de ese nuevo orden internacional, protagonizado por Trump".

En este escenario, el bloque comunitario deberá elegir entre "una respuesta integracionista, que le permita dotarse de más capacidades defensivas, escalar su propósito geopolítico y plantar cara a gigantes como Rusia o China", o ser "la Europa de los patriotas y las naciones que quieren avanzar en la fragmentación".

Blockmans, por su parte, prevé que en 2026 la UE siga siendo objetivo de "ataques híbridos en infraestructuras críticas de todo tipo" por parte de Rusia, mientras continúe el conflicto en Ucrania o si Moscú logra imponer condiciones que le sean más favorables.