Iraníes apoyan un pacto nuclear, pero sin demasiadas concesiones

TEHERÁN. Mientras Irán y el G5+1 se reúnen en Viena para tratar de concluir un acuerdo nuclear, los iraníes se mantienen pendientes, con la esperanza de que derive en el levantamiento de las sanciones, pero sin que se hagan demasiadas concesiones.

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A menos de una semana de que el próximo 24 expire la fecha límite que se pusieron Teherán y las seis potencias (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania) para consensuar un texto, en Irán se siguen las noticias con expectación.

“Quiero un pacto nuclear, pero depende. No estoy de acuerdo con que Irán renuncie a sus derechos nucleares solo para que se eliminen las sanciones”, dijo Reza Rahmaní, de 38 años y residente en la capital.

“No podemos pagar un chantaje para eliminar las sanciones, por ejemplo, aceptar que haya una gran disminución del enriquecimiento de uranio. La tecnología nuclear es nuestro derecho. EEUU no se mete con los Derechos Humanos en Arabia Saudí, ni con la ojivas nucleares de Israel, pero sí con Irán”, agregó.

Rahmaní se mostró “satisfecho” con el equipo negociador liderado por el ministro de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, porque “goza de simpatía dentro y fuera del país y ha logrado guiar la negociación desde un punto muy difícil al punto avanzado en el que está”, al contrario que los negociadores de la época del expresidente Mahmud Ahmadineyad que, a su entender, “perjudicaron el diálogo y llevaron a aumentar las sanciones”.

Su posición es similar a la de muchos iraníes, que quieren acabar con el enfrentamiento de su país con el mundo en materia atómica pero, al mismo tiempo, siguen viendo el programa nuclear como una cuestión de orgullo nacional y no están dispuestos a que su Gobierno agache la cabeza frente a las exigencias de las potencias occidentales.

Muchos piensan que Irán no debe aceptar menos derechos que el resto de países, dan por cierto y seguro que su país no busca la bomba atómica y reclaman que se permita desarrollar el programa nuclear para usos energéticos y científicos sin limitación.

Ven en la presión de Occidente en este asunto una excusa más para tratar de controlar a un país que, desde la Revolución Islámica de 1979, se opone frontalmente a cualquier forma de dominación o influencia extranjera.

Preguntado por EFE, el jefe de la radical milicia de voluntarios islámicos Basij, general de brigada Mohamad Reza Naqdí, dijo que espera que “el equipo negociador nuclear mantenga la dignidad del país y que EEUU abandone en estos últimos días su avaricia y acoso y acepte esta cuestión”.

“Queremos un pacto, pero de una forma buena, justa y sin extorsiones. Si va a haber extorsión es mejor que no haya ningún acuerdo. No permitiremos que nadie renuncie a los derechos de la nación iraní ni que se la humille”, advirtió.

También partidario de esta visión, el analista Mohamad Marandí, decano de estudios internacionales de la Universidad de Teherán, cree que “habrá algún tipo de acuerdo, pero no definitivo, porque los iraníes han sido flexibles pero EEUU, por la presión de Israel y de Arabia Saudí, no está preparado para hacer lo que tiene que hacer: aceptar los derechos nucleares de Irán y levantar por completo las sanciones”.

La mayoría insiste en que no se hagan demasiadas concesiones y exigen un pacto que cumpla con las “líneas rojas” establecidas por el líder supremo, Alí Jameneí: no cerrar ninguna instalación, no dejar de enriquecer uranio y no renunciar a una dimensión industrial futura del programa nuclear.

Pero también hay a quienes las sanciones les han llevado al hartazgo de la cuestión nuclear.

“Quiero que lleguen a un acuerdo y se levanten las sanciones. En estos últimos años lo hemos pasado mal y estamos cansados. A mi la energía nuclear no me soluciona la vida, lo que yo necesito son cosas de uso cotidiano que no llegan al país o han aumentado muchísimo de precio”, dijo a Efe Fariba Gharibí, una mujer de 52 años del norte de Teherán.

De similar opinión es el veinteañero Farhad Nazarí, que quiere un pacto “incluso si implica que hay que abandonar las actividades nucleares”.

“El enriquecimiento nos ha costado mucho a nivel económico. Muchos políticos y autoridades se beneficiaron porque aprovecharon las sanciones para ganar mucho dinero, pero para la gente pobre no tiene nada de bueno”, afirmó resentido.

La mayoría tiene la esperanza de que la desaparición de las sanciones frene la disparada inflación (de un 25%) haga caer los precios y empiece a mejorar la relación de Irán con el exterior, un anhelo que dentro de poco sabrán si podrá cumplirse.

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