Juicio público sin precedentes en el Vaticano

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CIUDAD DEL VATICANO. La sala de audiencia será con seguridad pequeña y la presencia de la prensa limitada, pero el Vaticano va a vivir el sábado una verdadera primicia.

Se trata de un juicio público para juzgar por robo agravado al mayordomo del Papa, en el caso denominado “Vatileaks”.

La primera audiencia del proceso de Paolo Gabriele, cuatro meses después de su espectacular arresto, empezará a las 07:30 GMT (03:30 hora paraguaya). No se sabe aún cuánto durará el juicio, pero en él desfilarán diferentes testigos para dar su versión sobre ese oscuro caso de filtración de documentos.

Un grupo de ocho periodistas seleccionados serán autorizados a entrar, sin grabadoras ni cámaras de fotos o vídeo, a la pequeña sala donde sólo 50 personas podrán asistir de pie.
Nunca en el secreto sistema del Estado Pontificio ha sido posible antes seguir en directo un proceso judicial.

Gabriele, un laico sumamente creyente de 46 años, padre de tres hijos, ciudadano y residente del Vaticano, fue hasta su detención el fiel servidor de Joseph Ratzinger, el primero y el último que lo veía cada día, el que preparaba su vestimenta ceremonial y sus comidas.

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Durante meses robó y fotocopió decenas de documentos de la oficina del secretario particular del Papa, monseñor Georg Gänswein.

Después de pasar 53 días en una celda de la policía del Vaticano, a fines de julio fue puesto bajo arresto domiciliario.

“Paoletto” explicó a los jueces del pequeño Estado que actuando por orden “del Espíritu Santo” quiso revelar el “mal y la corrupción” que había en el Vaticano, seguro de que el Papa no estaba informado todos los escándalos.

Entrevistado en febrero, en forma anónima, en el canal privado La Sette, dijo que en el Vaticano había “una especie de omertá (una voluntad) para no emerja la verdad, no tanto por una lucha de poderes sino tal vez por miedo”.

Posibles cómplices

En esta entrevista, Gabriele estimó que unas 20 personas “de diferentes órganos” del Vaticano podrían estar implicadas en el “Vatileaks”.

La investigación confirmó que no estaba solo. Sus posibles cómplices, cuyas identidades se ocultan bajo misteriosas “X”, “W” ...- aparecen en el expediente. Gabriele también confió sus secretos a un padre espiritual, “B”.

Por ahora, sólo otro hombre, el informático Claudio Sciarpelletti, será juzgado por complicidad, pero su papel es considerado secundario.

“Gabriele ha admitido ya su culpa. Por lo tanto, pienso que será condenado. ¿Pero a qué? Nadie lo sabe. Nadie sabe tampoco si al final recibirá la gracia del Papa, lo que es posible”, dijo a la AFP el vaticanista Marco Tosatti. “Este proceso comienza muy rápido”, señaló, “lo que muestra probablemente una voluntad del Papa, y también del cardenal Tarcisio Bertone (secretario de Estado y número dos de la Santa Sede), de cerrar esta historia cuanto antes”.

“Los jueces han identificado una serie de otros posibles delitos, por lo que se puede esperar que haya otras investigaciones, otros implicados”, señaló el reconocido periodista de La Stampa, que considera que la justicia italiana también podría intervenir más tarde.

Tras la publicación en mayo del libro periodista Gianluigi Nuzzi, “Sua Santita” (Su Santidad), que reveló los documentos confidenciales, la prensa italiana bulle de noticias sensacionales, y no confirmadas, sobre la implicación de príncipes de la Iglesia.

Tres cardenales han realizado su propia investigación y a fines de julio presentaron su informe al Papa, pero nada se ha filtrado.

La hipótesis más frecuente sobre el origen de las filtraciones es que se trataría de una rebelión contra la falta de transparencia y la gestión del cardenal Bertone (una especie de jefe de gobierno del Papa), con el objetivo, hasta ahora frustrado, de lograr su despido.

Para los escépticos, el juicio del mayordomo sería una manera de sofocar el caso procesando a un hombre probablemente culpable, pero manipulado. Otros piensan que este juicio es sólo el comienzo de una verdadera operación de transparencia, a la que Benedicto XVI habría dado luz verde.