En este sentido, afirmaron que estos acontecimientos suponen la violación de derechos humanos, especialmente del derecho a la libertad religiosa o de creencias y el derecho de las religiones minoritarias a proteger sus lugares de culto y cultura.
Por este motivo solicitaron a las autoridades libias la protección de “lugares significantes religiosa y culturalmente” que puedan estar amenazados.
La destrucción de estos lugares sagrados de la corriente del sufí del islám comenzó en octubre de 2011 en Trípoli, continúo durante 2012 y en agosto pasado fueron destruidas algunas de sus capillas más importantes.
Los expertos destacaron entre los lugares destruidos el pasado mes el santuario Al-Sha'ab Mosque en Trípoli, y la capilla Sidi Abdul-Salam al-Asmar al-Fituri en Zliten, una ciudad del distrito de Misrata, al este de Trípoli; además fueron profanadas tumbas y atacadas bibliotecas.
El relator especial sobre libertad religiosa o de creencias, Heiner Bielefeldt, añadió que estos actos no solo constituyen un ataque a los derechos individuales de las personas religiosas, sino “una señal” para intimidar a las comunidades relacionadas con estos lugares sagrados.
Por otro lado, la relatora especial de la ONU en derechos culturales, Farida Shaheed, insistió en que estos actos deliberados suponen un ataque a la identidad, creencias, historia y dignidad de las personas; además de representar el deseo de erradicar la diversidad cultural.
Por su parte, la relatora especial de la ONU para asuntos de minorías, Rita Izsák, expresó su alarma sobre la expansión de la destrucción de lugares significativos para las minorías religiosas “ante los ojos de las autoridades”, que no toman medidas para prevenirlos, y añadió que hay que proteger los lugares de culto de los sufís en Libia porque “están en evidente riesgo de ataque”.