El Vicepresidente, en su momento había declarado textualmente, que no le importaba lo que dice la Constitución, y que obraría siempre a favor del Paraguay. Pero tan elaborado fue el discurso oficial que quedó en evidencia que se trataba de una mentira.
La verdad en cambio es simple, y no requiere de largas explicaciones: si no hubo mal desempeño de funciones por parte del Presidente y el Vicepresidente, y del Canciller, y del Embajador, y del director paraguayo de Itaipú, y de miembros del Directorio de Itaipú, es decir si todo estaba bien hecho, ¿por qué se corrigió presurosamente todo? ¿Por qué se castigó a inocentes funcionarios, algunos veteranos, si todo se había hecho en el marco de la Ley?
La respuesta es una sola, y muy simple: PORQUE EFECTIVAMENTE HUBO MAL DESEMPEÑO DE FUNCIONES. Después del “gesto patriótico” del expresidente, renació la tranquilidad en la bancada unificada y el desafiante deseo que se apure el tratamiento del juicio político, “porque el pueblo está cansado de los opositores que solo quieren desestabilizar al gobierno y entrar al gobierno por la ventana”. El detalle es que, en esta oportunidad, todo el lío lo armó el Gobierno, y lo salvaron sus cómplices en el Palacio Legislativo. La oposición hace su trabajo, se supone que está para eso.
Dos comentarios finales: algunos diputados y diputadas fundamentaron con razones y encendidos discursos la procedencia del juicio político, pero otros se mostraron derrotados desde el inicio de sus intervenciones, anticipándose a los hechos. ¡Aunque fuera evidente que los números no eran favorables, no puede decaer la fuerza patriótica de la denuncia, el gesto rebelde ante la consumación de un hecho tan grave para la República! Las actas dejaran constancia de lo actuado y quedará en blanco y negro quiénes traicionaron a la República, y quiénes lo consintieron.
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Algunos sectores, de nuevo actuando en forma sumisa, haciendo prevalecer sus intereses, ofreciendo desatinadas declaraciones que justificaban la improvisada gestión y la endeble posición del Gobierno en la necesidad de mantener las buenas relaciones con el Brasil, para que no se moleste Bolsonaro… Pobre país el nuestro, que ha perdido la antigua dignidad de su dirigencia.
Pilar Callizo
