“Él me eligió”, es la explicación que se escucha una y otra vez. Y luego le siguen emotivas historias de cómo el pequeño cachorro se acercó a su futuro dueño, se puso a jugar o se durmió en su regazo.
Demasiado bonitos estos encuentros que depara el destino. ¿Pero es realmente una buena idea dejar “elegir” al perro? ¿Sería mejor seguir la intuición o un pensamiento más racional? “En el mejor de los casos es mejor decidir con la cabeza”, aconseja el adiestrador de perros André Vogt.
“Pero en el 90 por ciento de la gente decide el instinto, sin importar lo que se diga como entrenador”, reconoce.
Vogt puede entenderlo: “Los perros son criaturas tan fascinantes, que hasta cierto punto hay algo de ello”.
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Sin embargo, se debe analizar que el nuevo integrante peludo de la familia los acompañará durante los próximos 10 a 15 años. Así que es aconsejable pensarlo bien de antemano porque una vez que se está delante de los cachorros, todas las reflexiones realistas desaparecen rápidamente.
Cerrar los ojos, encender la razón
“Antes de buscar un cachorro, debo preguntarme primero que nada: ¿qué perro se adapta a mi estilo de vida?”, sugiere Vogt, autor de varios libros sobre entrenamiento canino.
El adiestrador revela que a menudo observa que los perros suelen ser elegidos por razones visuales. Más importante resulta, según asegura, prestar atención a las características de la raza, para qué tareas suelen ser criados, si se pueden tener en el hogar o si se puede practicar deportes con ellos.
La experiencia del comprador de perros también juega un papel en esto. Los dueños primerizos de perros deberían aprovechar la oportunidad para ir a una escuela canina y asesorarse con un adiestrador.
“Lamentablemente, solo unos pocos hacen esto”, dice Vogt, que dirige escuelas caninas en dos ciudades de Alemania, Erkrath y Solingen. “Y luego sucede que aparecen personas con perros en los que observo que elegir esa mascota no fue la mejor decisión”, agrega.
La psicóloga de animales Patricia Lösche está convencida de que “lo decisivo es tener claro de antemano qué tipo de perro se quiere”.

La experta sostiene que si se está decidido en buscar un cachorro, habría que fijarse en los padres. Si la perra no se queda quieta ni dos segundos, amamanta a los cachorros prácticamente al pasar, y si su padre también es muy vivaz, Lösche estima que lo más probable es que no se pueda esperar un cachorro demasiado tranquilo de este apareamiento.
“Cuando yo misma prefiero quedarme sentada en el sofá, un perro así simplemente no es para mí. Entonces puedo seguir pensando que será tan tierno cuando lo tenga, pero probablemente no se convierta en el perro de mis sueños. Y yo no seré su persona favorita”, advierte. A menos, aclara, que el dueño sea lo suficientemente abierto como para adaptarse a todo tipo de casos.
Los criadores saben cuál puede ir con cada uno
En el caso en que ya se pensó bien la posibilidad de tener una mascota, se halló la raza adecuada y también al criador que cuida con amor a su perra y los cachorros han socializado maravillosamente bien, ¿cómo se toma la decisión?
La respuesta puede ser desilusionante para algunos. Pero lo mejor es no elegir uno mismo a la mascota ideal sino ceder la elección al criador.
“Los buenos criadores están todo el día con sus cachorros, saben muy bien quién es el más atrevido de la camada, quién es el más atlético, quién es un poco más sensible. Y quién se lleva mejor con quién”, dice Vogt.
La psicóloga de animales también subraya que un cuidador competente es quien está en mejor lugar para armar los mejores equipos de perro y humanos, siempre y cuando el nuevo dueño del animal le haya revelado la verdad sobre sí mismo y su motivación.
Aquellos que aún quieran decidir por sí mismos deberían visitar la camada tan a menudo como sea posible y, aun así, ser conscientes de que cada encuentro es solo una instantánea.
Porque el cachorro que yace dormido en un rincón puede que antes de la visita fuera el más travieso y maltratara a sus hermanos. Y a la inversa, el cachorro que viene más rápido puede llevar horas durmiendo.
“Ni siquiera un test de cachorros es un pronóstico para el futuro, sino solo una estimación aproximada”, dice Lösche, presidenta de la Asociación Profesional de Consultores y Adiestradores en Comportamiento Animal (VDTT).
La cría influye a largo plazo en la psique
No solo la genética determina el carácter de los animales, sino también lo que han experimentado en su vida, desde el vientre materno, las impresiones que los afectan y lo que aprenden.
“La verdadera personalidad del perro es el resultado de todo lo que le pasa en las fases prenatal y posnatal y en sus etapas como cachorro y animal joven. Todo este paquete se revela en última instancia después de la pubertad”, explica Lösche. Esto es, según la raza, a la edad de 18 a 24 meses, o incluso más tarde.

La experta señala que lo único que se puede predecir es una tendencia de cómo se desarrollan los cachorros.
“Un perro que proviene de una crianza mala es posiblemente más susceptible al estrés y, por consiguiente, quizás más exigente que otro que llega de una buena crianza”, dice la experta.
La psicóloga de animales apunta que quien adopte un cachorro en un refugio debe asumir que la madre ya ha sufrido mucho estrés.
“Esto aumenta la probabilidad de que los cachorros también sean más susceptibles al estrés que aquellos congéneres a cuya madre se le permitió llevar y cuidar a sus cachorros en un entorno familiar y acogedor y fue atendida con cariño”, aclara.
Sin embargo, los mejores genes de sus padres, una crianza óptima y una elección cuidadosa no significan una garantía automática de que se tendrá el cachorro “perfecto”.
“Y eso también está bien así”, asegura el adiestrador Vogt, “porque los perros son seres vivos”. “Siempre hay que ser consciente de eso”, concluye.
