Un siglo después de nacer, el akita blanco sigue fascinando a japoneses y extranjeros que se apiñan junto a la estatua de bronce erigida frente a la estación de Shibuya, donde esperó diariamente durante casi diez años a su amo fallecido.
Tanto el barrio de Shibuya como el pueblo de Odate, donde nació el perro el 10 de noviembre de 1923, decidieron honrar la memoria de Hachiko, cuya historia quedó retratada en una película de Hollywood estrenada en 2009 con Richard Gere.
Hachiko fue adoptado en 1924 por Hidesaburo Ueno, profesor en una universidad de Tokio. Regularmente, el animal esperaba a su amo en la estación de Shibuya para recorrer juntos el camino de regreso a casa.
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El profesor murió súbitamente en su trabajo en 1925, pero Hachiko continuó esperándolo a diario durante casi diez años ante la estación, antes de volver solo a su casa donde los vecinos lo alimentaban.
Fiel perro Hachiko y su estatua erigida dos veces
La historia emocionó tanto a los tokiotas, admiradores de esta lealtad, que le erigieron una estatua en 1934. El 8 de marzo del año siguiente el animal fue hallado muerto en las calles cerca de la estación.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la estatua fue retirada y el metal reciclado para motivos bélicos. Pero en 1948 se levantó un nuevo monumento que rápidamente se hizo popular.
“Me gustaría que mi perro me esperara así tanto tiempo”, dice Omar Sánchez, un español de 33 años de luna de miel en Japón, que se toma retratos con su mujer frente a la estatua.
“Es una historia dulce y necesitamos historias bonitas”, apunta Daniel Callahan, un estadounidense de 62 años. “El mundo está fracturado y todo lo que pueda acercar a la gente es bonito”, agrega.
Fiel perro Hachiko sigue esperando a su dueño frente a la estación
La estatua también se ha convertido en un práctico punto de encuentro en medio de los miles de peatones que transitan a diario por el bullicioso cruce de Shibuya, incluso para quienes no conocen la historia.
“Es la primera vez que escucho esta historia”, dice Raisa Abe, estudiante japonesa que ha quedado allí con unas amigas.
“Pero es un lugar del que hablamos todo el tiempo. Incluso si no conoces Shibuya, todo el mundo sabe donde está” la estatua, asegura junto al perro que, cien años después de nacer, sigue esperando a su amo frente a la estación.