Monseñor Collar a raíz del contagio estuvo en cuarentena durante 19 días desde el 18 de octubre hasta el 5 de noviembre último. Señaló que durante su aislamiento fue un momento de contemplación del misterio del dolor, vivencia en el silencio y de esperanza, expresó el obispo de Misiones y Ñeembucú.
“Ofrecí a Dios mi sacrificio por todos los fieles, por su salud, consuelo, fortaleza y salvación”, dijo, y manifestó que fue un momento de dolor, de debilidad, pero también ocasión propicia para profundizar la fe; momento de abandono y plena confianza en Dios", puntualizó Collar Noguera.
Añadió que estuvo ofreciendo el encierro y aislamiento por la santificación de las familias y por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas en el Paraguay.
“Me ayudó a reflexionar también sobre el misterio episcopal y pedí a Dios por intercesión de su Madre María Santísima, para ser ese buen pastor en mi diócesis, en cercanía a los pobres y sufridos”, remarcó el obispo Collar Noguera.
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Agregó que como pastor cultiva la cultura del encuentro para escuchar, comprender, animar y acompañar a todas las personas sin ninguna excepción.
Subrayó que rogó a Dios para ser ese mensajero de esperanza, partiendo de la predicación del Evangelio de Jesucristo porque la perspectiva de la esperanza junto con la fe y la caridad ha de moldear el ministerio pastoral que como obispo le corresponde la tarea de ser profeta, testigo y servidor de la esperanza, concluyó el mensaje de monseñor Collar Noguera tras recuperarse de la enfermedad ocasionada por el coronavirus.
Se reanudaron, desde el jueves último, las liturgias en la Catedral de San Juan Bautista, Misiones y en la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción de esta ciudad, siempre en el marco del protocolo sanitario establecido por el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social.