El festejo de sus 100 años fue el más esperado entre todos sus familiares, ya que la mayor parte de su descendencia llegó desde el Brasil, Argentina, Bolivia, y Chile, según sus familiares repartidos en casi todo el Mercosur.
Durante el encuentro, se rindió homenaje a Don Ezequiel Céspedes. Sus familiares aprovecharon la oportunidad del encuentro para recordar toda la trayectoria del longevo abuelo, que brindó junto a su descendencia por sus 100 años de vida, y por la dicha de seguir viviendo y compartiendo junto a sus seres queridos.
Don Ezequiel Céspedes Alfonzo nació un 10 abril de 1992 en Belén, departamento de Concepción. Hijo de Don Nazario Céspedes Sosa y Doña Cándida Alfonzo Cañete, es el segundo de 10 hermanos de los cuales 4 son varones y 6 mujeres. Además, cuenta que tiene 38 nietos, 39 bisnietos, y 4 tataranietos compartió de un ameno pasar Don Ezequiel Céspedes.

Hizo sus primeros estudios en su pueblo natal, para después seguir su capacitación en la ciudad de Concepción. Hizo su servicio militar en el estado mayor de la 2da. División de Infantería en Concepción. En esa época el polo de desarrollo del Paraguay estaba en el norte con las tanineras de Pto. Pinazco, Pto. Casado, Pto Guaraní, y otro en donde desangraban al Chaco, exprimiendo las inmensas quebrachales.
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Saliendo del cuartel rumbeo por esas zonas trabajando de obrajero, carrero, llegando a ser contratista de obrajes en Pinazco y Cazado. Luego trabajó en los inicios de la Cementera Vallemí con el Capitán Espínola y el Capitán Bozzano. Los vaivenes de la vida los llevó a recorrer todo el Norte desde el Pto. Caballero para abajo pasando por Bahía Negra, Olimpo, Puerto Sastre, y Puerto Guaraní.

Hizo de todo, fue tropero, cazador cuando se compraban las pieles de tigres y onzas por la inmensidad del Chovoreca. El curso de su vida cambió de norte. Al principio consiguió trabajo como administrador de Estancia en el Dpto. de San Pedro, después rumbeó hacia el Alto Paraná, trabajó en los montes de la margen derecha del río Yguazú, llevando 70 hacheros para hacer rosado con la compañía Greco Pya.
Cuando llegó a Asunción, en 1970, se sentía perdido, “no era su mundo”, según cuenta. Hasta que en 1983 con todos sus conocimientos llegó a las SGS Paraguay, en donde trabajó sus últimos 8 años para pasar a acogerse a la jubilación del Instituto de Previsión Social (IPS). Hoy vive feliz en el barrio Ñu Porã de San Lorenzo desde 1983.
