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Lamentablemente, delincuentes infiltrados empañaron una manifestación pacífica de indignación ciudadana contra la corrupción e inutilidad del gobierno.
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El jueves, el ahora exCapi de Salud dijo que no se iría, pero después de hablar varias horas con Abdito, todo cambió. El presi no aguanta presión alguna a esta altura.
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Abdito prescindió de quien es su ministro más importante en el momento más grave y, evidentemente a partir de ahora, improvisará para enfrentar la crisis.
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Se fue el ministro pero la rosca que maneja las licitaciones y compras permanece intacta. O sea, difícilmente cambie algo.
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La renuncia no soluciona la corrupción ni asegura que se traerán la vacunas ni que habrá medicamentos en los hospitales.
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Si Abdito pensaba que con esta salida aplacaría los ánimos y desinflaría la manifestación convocada en las redes sociales, se habrá dado cuenta de que la gente está harta de él.
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Dejando de lado la violencia, existe una indignación genuina por los errores de esta administración.
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El Ejecutivo puede imaginar las conspiraciones que quiera, pero la realidad es que muchísima gente estuvo ayer en las cercanías del Congreso para manifestar su descontento.
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El hartazgo contra la corrupción, la mala administración y la inutilidad dijo presente.
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A la gente se le acabó la paciencia. A menos que haya soluciones rápidas, el descontento seguirá y empeorará
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A las huestes del Patrão parece habérseles perdido la pelota. No saben si son oficialismo u oposición o todo lo contrario.
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Ahora salen con que la “Concordia” es solo una cuestión electoral y pretenden desentenderse de un gobierno que es de su mismo partido político.
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El Patrao tiene la llave para un juicio político, pero tiene que simular que hay unidad partidaria porque se arriesga a una debacle electoral en las municipales.
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Hay que cuidarse ahora de los pescadores de río revuelto. Es necesaria mucha serenidad e inteligencia para buscar las soluciones.
