Dynamo

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Para los amantes de la historia del Siglo XX, de la II Guerra Mundial o del buen cine, el título de este artículo les suena conocido. “Dynamo” fue el nombre clave del operativo con el que Sir Winston Churchill y su consejo de guerra dispusieron el salvataje “in extremis” de nada menos que 300.000 soldados aliados que se encontraban atrapados en Dunkerque entre el Atlántico Norte y el fuego nazi.

A finales de mayo de 1940 en todo Occidente no había una segunda opinión: Alemania ganaría la guerra. Y lo demostraba con su amplia superioridad militar tanto en aire, en tierra como en mar. La incursión inglesa a Europa fue un fiasco y el mayor contingente de su ejército quedó atrapado en la pequeña ciudad francesa situada en la frontera con Bélgica: Dunkerque.

Winston Churchill tomó dos decisiones claves, terribles y arriesgadas: la primera fue solicitar a todos los propietarios de embarcaciones civiles se hagan a la mar a salvar a sus soldados que se encontraban desguarnecidos en la playa al alcance del fuego aéreo y de artillería alemanes. La segunda fue aún más tremenda: comunicó al Brigadier Claude Nicholson que la orden era resistir en Calais retrasando el ataque alemán y que no serían rescatados. O sea, lucharían hasta morir.

Yates privados, lanchas a motor, botes salvavidas, barcazas, pesqueros se unieron a los navíos militares para salvar a sus soldados. No importaba cuántos podrían salvar. Sabían que cada uno de ellos eran la última esperanza para sus soldados.

He escuchado con mucha asiduidad que “en Paraguay la batalla contra el COVID es una guerra” y estoy de acuerdo con esa afirmación. Pero creo que para describir a esta situación como algo tan destructivo como una guerra, debemos actuar como verdaderos héroes y emulando al pueblo inglés en el “milagro de Dunkerque” unirnos para salvar esta situación.

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Que el gobierno ha actuado ineficientemente, que hay pseudo empresarios que sacaron ventaja de la desgracia, que hay funcionarios corruptos que se han prestado a estas irregularidades es una situación por todos sabida. No lo vamos a perdonar y ni olvidar. La justicia tiene un largo camino por delante. A la par, saquemos nuestros lanchones, nuestras canoas y pongamos a disposición del Paraguay. No de su presidente, su gobierno, sus ministros o sus correligionarios. Sino de los seres humanos que hoy están sufriendo la muerte — sí, la muerte — de sus seres queridos.

Seamos héroes al levantarnos a la mañana y usar máscaras. Seamos héroes al mantener la distancia social. Seamos héroes al no participar en aglomeraciones. También seamos héroes preparando lo que se viene: llegarán las vacunas, necesitaremos vacunar en tiempo récord a nuestra población. Seamos héroes, pongamos a disposición salones, clubes, templos, cooperativas y todo tipo de mínima estructura social organizada para que las dosis que lleguen puedan ser inoculadas cuanto antes al personal de salud y grupo de riesgo.

Esta enfermedad tiene la misma capacidad que las armas de guerra para matar. Y nosotros tenemos la misma vulnerabilidad que el Brigadier Nicholson de morir. La única pregunta es ¿cómo queremos que esto ocurra?

Ya llegará el tiempo de evaluar responsabilidades. Y en ese momento tendremos la posibilidad de exigir a la justicia que condene a los delincuentes y nosotros de castigar a corruptos e ineficientes con el voto. Ya llegará.

Hoy, nuestros compatriotas necesitan que hagamos nuestra operación “Dynamo”. Que sin importar qué tan grande sea nuestro bote, podamos saber que nuestra acción hace que en esa lanchita quepan dos o tres vidas que son únicas, bellas e irrepetibles como la nuestra. Exactamente igual.