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No hay tregua en las noticias bajoneantes, pese al anuncio de que 157 mil personas salieron de la pobreza monetaria, que el gobierno se atribuyó como logro propio. Uno desea que esto fuera realidad consolidada. Empresarios serios salen al paso del triunfalismo y señalan que cualquier avance económico se debe al trabajo privado “pese al gobierno”.
Que algunos dejaran la pobreza monetaria se debe también a las remesas de los emigrados. En el 2023 enviaron 621 millones de dólares, mucho más que los 500 y pico de millones que ingresaron las hidroeléctricas.
Hoy el gobierno está más preocupado por el cumplimiento de las venganzas de Cartes que en solucionar infortunios de la gente.
Los políticos de la situación, además de acompañar las tribulaciones del patrón, cuidan su cupo en el poder, con el que alimentan a sus parásitos. Los cupos constituyen un sistema de distribución de entes públicos para el robo sistemático e impune.
El doctor Anibal Filártiga presidió IPS durante 14 días. Huyó de la corrupción imperante. Declaró ahora que Previsión es “el gran negocio de 4 o 5 empresarios políticos”. Entre ellos citó a Lilian Samaniego, de quien se dijo recurrentemente que “manejaba” IPS. Ésta lo desmintió y acusó al doctor Antonio Barrios, quien —según doña Lilian— ostenta hoy “el cupo de IPS”. Para algo es el médico de Cartes.
En el Instituto faltan medicamentos en un 40 %. Esto lo denunció el doctor Carlos Morínigo. El directorio lo destituyó del cargo de gerente de Salud. El problema no es que falten medicamentos, sino que se cuente que faltan. Además, la deuda del IPS con las farmacéuticas ronda los 400 millones de dólares. Imposible de pagar. IPS pasó de cupo en cupo durante los gobiernos colorados. Los agraciados con dicho cupo están ricos, mientras sigue el doliente vía crucis de los asegurados. Pero el cupo se respeta.
Otro drama: calor y cortes de energía. Pedro Ferreira, expresidente de ANDE, afirmó que el ente debe invertir US$ 650 millones al año, pero llega apenas al 54 %. ¿Cómo cortar los cortes?
Una guinda: el mandamás del transporte público, César Ruiz Díaz, no dejaría que su hijo utilice el “servicio”. Él sabe que eso es solo para el padecimiento de los pobres. Signo de que a la ANR la ciudadanía le importa un rábano.
Y, por último, nos queda un presidente que fue a cholulear en la TV porteña, tras lo cual convirtió su investidura en una batería de memes.
En fin, la meditación trascendental queda para cuando estemos mejor.