Catar: Diplomacia, energía y oportunidad

En un mundo fracturado por tensiones geopolíticas, la relevancia de una nación no se mide solo por su extensión territorial, sino por su capacidad de construir puentes. Esta reflexión cobra vigencia en el marco de la celebración del Día Nacional del Estado de Catar en Asunción.

En su discurso, el encargado de negocios de la embajada, Ali Rashed Al-Kubaisi, recordó una premisa fundamental de su política exterior: “la seguridad global es una responsabilidad compartida que solo puede alcanzarse construyendo puentes y fomentando la confianza”.

Lo dicho no se trata de una retórica vacía a la luz de las recientes evidencias en su diplomacia centrada en la pacificación. A saber, Doha se ha consolidado como un epicentro de la mediación en conflictos de alto perfil, demostrando que la diplomacia proactiva es un recurso tan valioso como sus vastas reservas de gas.

El papel de Catar como mediador internacional es innegable y abarca geografías complejas. Durante su alocución, Al-Kubaisi destacó éxitos diplomáticos recientes, citando la firma del acuerdo de Doha para la paz entre el gobierno de la República Democrática del Congo y la Alianza del Río Congo, así como su participación en el acuerdo de paz con Ruanda.

Más cerca de nuestro vecindario, resaltó la mediación que facilitó el inicio de conversaciones de paz entre el gobierno de Colombia y el Clan del Golfo (EGC). Sin embargo, el hito más importante fue el esfuerzo para poner fin a la guerra en la Franja de Gaza. En ese sentido, es crucial entender el estado actual de esas negociaciones. Si bien se lograron avances iniciales, la situación sigue siendo delicada.

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Los mediadores cataríes, en conjunto con Egipto y EE. UU., están enfocados actualmente en lograr que Washington impulse a Israel hacia la “fase dos” de la tregua. Esta etapa es vital, pues contempla el desarme y la formación de un gobierno tecnócrata, en un escenario donde las violaciones al alto el fuego son casi diarias y la ayuda humanitaria no fluye según lo acordado.

Paralelamente, la diplomacia catarí mantiene las puertas abiertas en otras latitudes; recientemente, Doha manifestó estar “esperando” una petición oficial para mediar entre Estados Unidos y Venezuela, reafirmando su disposición a facilitar el diálogo en momentos de máxima tensión.

Pero la influencia de Qatar no se sostiene solo con palabras; se cimenta sobre una economía robusta y una visión estratégica de sus recursos. Al-Kubaisi subrayó el papel de su país como el mayor exportador de gas natural licuado del mundo, convirtiendo la energía en una “herramienta para fortalecer la seguridad del suministro”.

Las cifras respaldan esta fortaleza: Qatar posee las terceras mayores reservas probadas de gas natural del planeta y un PIB per cápita (PPP) que ronda los 121.125 dólares, uno de los más altos a nivel global. Aunque su matriz eléctrica depende en un 99,7% de combustibles fósiles, la nación árabe está virando hacia la sostenibilidad.

Con un potencial solar de 5,5 a 6,0 kWh/m²/día, ya impulsan proyectos como la planta solar Al-Duhail y licitaciones masivas como la de Al Kharsaa de 500 MW. A esto se suma una apuesta decidida por la innovación y la educación, con instituciones como la Universidad Hamad Bin Khalifa liderando investigaciones en bioenergía y energías renovables.

Bajo este contexto de poder blando y músculo energético, la relación entre Paraguay y Qatar debe ser planteada con una mirada estratégica y pragmática. Paraguay posee un potencial inmenso en energías renovables y una necesidad de diversificar sus alianzas económicas. La presencia de una representación diplomática catarí en Asunción, que explícitamente ha agradecido la cooperación y el apoyo del gobierno paraguayo, nos indica que la oportunidad de desarrollo está, literalmente, en nuestra propia casa.

No se trata solo de admirar el éxito ajeno, sino de capitalizar el expertise de un socio que ha demostrado saber gestionar la riqueza energética para transformarla en influencia global e innovación educativa. A menudo, los sectores de decisión buscan oportunidades cruzando océanos, perdiendo de vista que, a veces, las oportunidades se erigen diplomáticamente en nuestro país.

En ese contexto, tenemos un acceso directo a uno de los fondos de inversión y centros de conocimiento energético más importantes del mundo. No hace falta viajar tan lejos para explorar, negociar y concretar acuerdos.

Es momento de que Paraguay articule una agenda efectiva de cooperación que vaya más allá de lo protocolar, aprovechando la disposición catarí para desarrollar proyectos conjuntos en energía solar, infraestructura y tecnología, beneficiando así nuestro desarrollo económico nacional sin salir de Asunción.