Si no leíste libros de cuentos o no te narraron las hazañas de los clásicos caballeros y princesas, Disney se encargó de hacerte conocer sus historias. Sin embargo, no todos estos relatos fueron como los conocemos actualmente; en las versiones originales, aparecen elementos tan oscuros que nadie desearía mostrar a un infante.
Autores de la talla de Charles Parrault y los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm elaboraron conocidas versiones de La Bella Durmiente, pero “Sol, Luna y Talía” es la más antigua de todas. Escrita por el italiano Giambattista Basile, esta historia relata que un rey se encontró con el castillo de la joven dormida y, al entrar en el edificio, se maravilló tanto con su belleza que "recogió los primeros frutos del amor", sin el consentimiento de la misma, quien despertó de su letargo con dos hijos.
Tal vez, uno de los personajes más queridos de la historia de Pinocho es Pepe el Grillo. Por ello, resulta verdaderamente triste enterarse de que la "conciencia" de la marioneta no tiene un papel importante en la novela de Carlo Collodi, el autor que publicó Las aventuras de Pinocho cada semana, entre 1882 y 1883. En la narración del italiano, el grillo tiene solo dos apariciones: en la primera, el niño de madera lo aplasta y, en la segunda, su fantasma viene a aconsejar al protagonista.
Hans Christian Andersen, escritor danés famoso por sus cuentos infantiles, fue autor de La Sirenita original, la cual no tiene el popular final feliz. En la versión de Andersen, cuando la protagonista obtiene sus piernas, es advertida acerca de que cada paso será igual a caminar sobre espadas o vidrios que la corten constantemente. Al contrario de lo que muestra Disney, la Sirenita no se casa con el príncipe, sino que muere y vuelve al agua, transformada en espuma de mar.
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Blancanieves es otra de las princesas características de Disney; la historia narrada en el primer largometraje animado de la compañía tiene muchas semejanzas con la creación de los hermanos Grimm. No obstante, la versión de los alemanes tiene un desenlace bastante doloroso para la madrastra, quien es condenada a bailar en zapatos de hierro caliente hasta morir; además, este relato cuenta que las hermanastras se rebanaron los talones para calzarse el popular zapatito de cristal.
Sin querer o a propósito, la memoria colectiva adaptó estos cuentos y muchos más para convertirlos en las versiones de color rosa que todos conocimos en la infancia. Ahora, queda a tu criterio qué final querés relatar a tus sobrinitos.
Por Belén Cuevas (17 años)
