“El dinero no se respira” denunciaba el cartel de una manifestante, en una protesta frente al Jardín Botánico. Antes, este espacio natural contaba 500 hectáreas, pero entre rapiñas gubernamentales y ocupaciones privadas, el patrimonio cultural se redujo más de la mitad; hoy solo quedan 110 hectáreas y, según datos de la MOPC, 274 de sus árboles están en peligro: 117 serán talados y 157 trasladados en una maniobra que no garantiza la supervivencia de los mismos.
El mes pasado, senadores del Frente Guasú denunciaban irregularidades en el estudio de impacto ambiental de la obra Corredor Vial Botánico, debido a la falta de dictamen de la Dirección General del Aire. Esta obra promete solucionar los embotellamientos de la zona, a través de la construcción un super viaducto que unirá la Costanera Norte con la avenida Primer Presidente.
Asimismo, legisladores denunciaban que el área de compensación, que según la ley debe ser establecida para mitigar el impacto ambiental de la obra, ya existe, por lo que no se repondrá la arborización afectada por el proyecto. Además, las mismas hectáreas ya fueron adjudicadas como resarcimiento por la construcción de mil viviendas en el Barrio San Francisco.
Irregularidades y “opositores del progreso”, enfrentándose a retroexcavadoras, condimentan el proyecto del Corredor Vial Botánico. Como un disco rayado, una misma historia parece repetirse: ya hace unos años, frentistas se oponían a la obra del Metrobús, hasta el punto de arriesgar sus vidas colocándose frente a las máquinas de construcción.
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No es necesario recurrir a cifras o ahondar cuestiones jurídicas para reconocer la desfachatez en esta “hazaña” del gobierno cartista y la MOPC, pues solo es cuestión de transitar por la avenida Eusebio Ayala para presenciar el triste desenlace del millonario proyecto Metrobús. Como es costumbre, los de arriba se beneficiaron con millonarios negociados, construyendo un verdadero monumento a la corrupción paraguaya, mientras los pequeños comerciantes y trabajadores sufrieron las consecuencias de las malas gestiones.
“Lo que hará el viaducto es trasladar el problema del tránsito a otro nudo”, declaró a la prensa el arquitecto y urbanista Marcelo Kublik; también, el especialista manifestó que el corredor vial “solo movilizará a más autos que encontrarán un nuevo embotellamiento unos kilómetros más adelante”. Aunque en el verano, si las cosas siguen igual, recordemos con nostalgia a los árboles que refrescaban el calcinante tufo capitalino, no solo se trata de una cuestión ambiental; el asunto también radica en que, una vez más, las autoridades tratan de engañar a la ciudadanía con soluciones que no arrancan el problema de raíz.
Millones de paraguayos viviendo en “ciudades dormitorio”, que deben viajar hasta la capital para acudir a sus puestos de trabajo, trasportes públicos deplorables y, en consecuencia, 80% de aumento en la compra de automóviles, de acuerdo a cifras de la Dirección de Registro del Automotor, constituyen las verdaderas raíces de un conflicto que, difícilmente, pueda ser solucionado con la construcción de un viaducto y el ecocidio del Jardín Botánico.
Nuevamente, promesas idílicas, oscurecidas por medidas irregulares y soluciones “parche”, representan los infaltables materiales que construyen varias obras realizadas por la MOPC. No obstante, aunque quieran venderle espejitos, la ciudadanía está cada vez más consciente y medidas que calman los síntomas, pero no eliminan la enfermedad, ya no pasan desapercibidas con facilidad.
Agustina Vallena (19 años)
