Vivir en el campo: el placer de respirar aire puro en contacto con la naturaleza

“Tranquilidad, mucho trabajo y respirar aire puro”: así describen algunas personas que viven en el campo al lugar que les rodea. Levantarse temprano y realizar todo tipo de actividades forman parte de las funciones principales de una familia campestre.

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Hacer fuego en el brasero, poner la pava con agua, barrer el patio y sentarse a disfrutar del amanecer. Así comienza la rutina de una familia que vive en el campo. Bien temprano, los padres se levantan y dan de comer a los animales, luego es una costumbre conversar en el corredor de la casa y observar cómo el sol se asoma.

Después de terminar el mate, un integrante de la familia va a ordeñar la vaca e, inmediatamente, trae la leche para preparar el cocido que no puede faltar en la mesa. Luego del desayuno, el padre va a la chacra y la madre se queda a cuidar a sus hijos y a los animales y a encargarse de la huerta.

Seguro cuando fuiste a la casa de tu abuelo, en la campaña, más de una vez te preguntaste: ¿cómo pueden vivir sin internet? La mayoría de las familias están alejadas de los lujos y la tecnología, pero disfrutan de los animales y las cosechas como maní, poroto, mandioca, batata, etc.

En días de mucho calor, algunas familias optan por ir al arroyito que, sin dudas, queda muy cerca de la casa. Las señoras también aprovechan y llevan las ropas sucias para lavarlas, ya que el agua es limpia y cristalina.

La siesta es ideal para disfrutar del silencio que reina en el campo, mientras te acostás, bajo el mango, en una hamaca o en los famosos catres, tenés la oportunidad de deleitarte con una mandarina o pomelo que, por cierto, adornan el patio de la casa campestre.

Al atardecer, el padre y los hijos van en busca de las vacas y los caballos que llevaron a un lugar distanciado de la casa para que puedan pastar. Al volver, todo tiene que estar en orden para descansar cuando el sol se esconda, luego de la tortilla que preparó mamá, algunos prefieren observar las estrellas que lucen en lo alto con todo su esplendor.

Cuando vayas de visita a la casa de un familiar, en la campaña, en lugar de revisar tu Facebook, disfrutarás de los animales, hasta aprenderás a cabalgar porque, sin dudas, te encontrarás con más de un caballo. Ah, no te preocupes si tenés hambre, ya que la comida hay en abundancia y lo más probable es que regreses a tu hogar con unos kilos de más.

Es cierto que la vida en el campo no es fácil, la labor que se realiza suele muy cansadora, pero a la vez satisfactoria cuando las cosechas por las que tanto te sacrificaste dan resultados positivos. Mientras los huevos de la gallina no falten, las vacas brinden leche, las hortalizas y los árboles frutales abunden y se goce de chanchos, vacas y caballos, la alimentación está asegurada.

Una vida completamente diferente, sin sobresaltos ni apuros, lleva la persona que vive rodeada de animales, plantaciones y tranquilidad. No hay dudas de que el campo tiene su encanto.

Por Mónica Rodríguez (19 años)

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