31 de diciembre de 2025

Hermann Guggiari fue un aristócrata primitivo, reconocible por la vocación de la barbarie pese a su ideal clásico –la geometría limpia de lo liso y pulido como meta destruida una vez y otra– que se traduce en su obra en el combate agónico –el mismo de su vida– que agita la materia, conflicto irresoluble entre el orden y el caos, la forma depurada y el amorfo motor de la existencia, lo inarticulado, la pasión, ciega corriente vital de Schopenhauer.

Hay que retocar los postulados de la vanguardia: sí, el pasado está superado, pero no lo destruimos en el sentido literal de la iconoclastia, sino que lo metabolizamos como parásitos, como artistas de la entropía, escribe el poeta Cristino Bogado.

«Toda belleza, involucra por igual la sangre y las ideas, el músculo y la mente, el espíritu y la epidermis, los nervios y los conceptos», escribe la poeta y filósofa anarquista Montserrat Álvarez en este artículo.