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Tras la primera reunión del gabinete de la nueva coalición de Gobierno, presidido por la primera ministra Evika Silina, el ministro del Interior Rihards Koslovskis afirmó en una rueda de prensa que el paso de Silene quedará cerrado al tráfico.
Esto permitirá liberar a una cincuentena de guardas fronterizos para que puedan proteger la conocida como "frontera verde" con Bielorrusia de intentos de entrada irregular por parte de migrantes.
Sólo se mantendrán abiertos el paso fronterizo del pueblo de Paternieki y un paso de ferrocarril.
Kozlovskis afirmó que los intentos de entrada por parte de "más de un centenar de personas" han sido un acontecimiento cotidiano últimamente gracias a las autoridades bielorrusas, que ayudan a los migrantes a dañar las vallas fronterizas y otras barreras.
Un total de 8.608 migrantes y solicitantes de asilo han sido interceptados por la guardia fronteriza letona en lo que va de año, mientras que cuatro fueron admitidos por "razones humanitarias".
Preguntado por EFE, el ministro del Interior afirmó que las labores para erigir una valla fronteriza hasta finales de año están avanzando según lo previsto y que ésta incorporará "tecnologías inteligentes" para detectar intrusiones.
La valla, sin embargo, "no es una panacea", según Kozlovskis, que indicó que la disponibilidad de más guardias fronterizos tras el cierre del paso de Silene permitirán incrementar las patrullas por las zonas boscosas donde se producen los cruces.
Tanto Lituania como Estonia han enviado pequeños contingentes de guardas fronterizos para apoyar a Letonia, en lo que parece ser una respuesta al incremento de la presión en la frontera letona-bielorrusa.
Según los países bálticos, la presión migratoria forma parte de una estrategia de "guerra híbrida" empleada por el régimen de Minsk desde 2021.