Un autogolpe para adueñarse del país

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Los años subsiguientes nos ofrecerían una selección de sus abominables acciones e ilimitadas reelecciones. Su gran objetivo consistió en adueñarse del ejército y del Partido Colorado.   
Para ello el objetivo fue eliminar a los que en el devenir de ese proyecto representarían un obstáculo a los fines particulares, especialmente los comandantes de la Caballería (Ñu Guasu), de la Artillería (Paraguarí) y del Batallón 40 (hoy Agrupación Especializada o Guardia de Seguridad). Con la remoción de estos jefes se allanaba el camino hacia la meta final, consagrándose una victoria rutilante llevada a cabo con gran velocidad. Entregar el poder en las elecciones presidenciales de 1958 resultaba una utopía. No formaba parte del repertorio oficial, del voluntariado stroessneriano, de las consideraciones cotidianas o de su conciencia ética como ciudadano o gobernante.   
El más terrible sistema dictatorial que asoló al Paraguay en el siglo XX durante 35 años fue concebido por la propia diligencia sinuosa del comandante en jefe, general Alfredo Stroess-
ner, quien dirigió una artera conspiración desde su residencia oficial con un grupo de abyectos oficiales y suboficiales de distintas graduaciones, al solo efecto de "limpiar" el ejército de oficiales virtuosos, institucionalistas y de alta profesionalidad, quienes se opondrían tajantemente a sus pretensiones totalitarias, egocéntricas, banales y lujuriosas.  
Para el efecto y para justificar su "obra maestra", había que "alterar el orden" a como dé lugar, diseñando factibilidades y recurriendo a embustes, con miras a lograr los propósitos apuntados. Stroessner quería eliminar los futuros peligros "a tiempo", no dar opción a sorpresas desagradables en el camino hacia el absolutismo, no se podía permitir que nada rompa la inercia favorable hacia el dominio total, y para ello se rodeó de la peor calaña humana de la esfera castrense, con quienes concretó sus dantescas elucubraciones.   


Configurando otro ardid después del golpe del 4-V-1954   


Posterior al exitoso golpe militar que derrocara al presidente Federico Chávez (1882-1978), el general Alfredo Stroessner ambicionó en forma desmedida e inmediata la presidencia de la República. El objetivo del golpe fue de una "breve transición militar" y no ungirlo como gobernante. La empresa se circunscribía a reencauzar provisoriamente el país que se debatía inmerso en una profunda anarquía y el desorden administrativo (fruto de un "desliz amoroso" del presidente Chávez) para posteriormente formalizar un llamado a elecciones libres y democráticas bajo una estricta corriente principista y nacional. En la conspiración urdida jamás se consideró la probabilidad de ungir como presidente a un militar y mucho menos a cualquiera de los complotados. Nunca estuvo en los planes ni se esbozó tal posibilidad. Por lo visto, "El rubio" general tenía sus intenciones bien guardadas, aflorando con pujanza esos propósitos ante el paseo militar y el éxito arrollador de la revuelta.   


Una silenciosa campaña para apartar a los insobornables   


Para cumplir ese cometido, Stroessner creó un eslogan y lo vertió entre sus acólitos y "oficiales invitados" incitándolos a que se rebelen en contra de sus respectivos comandantes y se asocien sin pestañeo al presidente de la república en caso de una "crisis de comando", ese mensaje fue el siguiente: "El presidente Stroessner no le quiere al mayor Virgilio Candia en la caballería porque este goza de prestigio entre los oficiales, el partido y la sociedad, encima es muy amigo de Epifanio Méndez, quien ansía la presidencia de la república a toda costa, siendo capaz de realizar acuartelamientos o cualquier otra cosa con tal de satisfacer sus desmedidas ambiciones políticas. Ustedes solo deben obedecer al comandante en jefe y no al comandante de la división, si esa recomendación es cumplida tendrán consideración, muchos beneficios en su carrera y podrán culminarla con seguridad hasta el último escalafón. Y si por ahí notan algo o sucede cualquier hecho llamativo, no duden en comunicar directamente al presidente, sin la necesidad de solicitar venia y sin avisar a nadie más, para no despertar sospechas". El encargado de enlazar y catequizar a sus camaradas fue el capitán de artillería José María Argaña. Este oficial, conocido por su depravación, fue el puntilloso ejecutor del plan y bajo grandes promesas y jugosos anzuelos, en la madrugada del 21-XII-1955, Stroessner alentó a la indisciplina y subversión, logrando que dos regimientos se levantaran en contra de su comandante natural. El RC2 y el RC3 con sus escuadrones se insubordinaron, atrincherándose en el Parque de Guerra, y mantuvieron en vilo a la república durante 3 días seguidos. Estos regimientos alzados bloquearon al RC1 y al RC4, leales a su comandante, anulando de esa forma el poder de fuego de la Caballería como división y la posibilidad de una reacción táctica. Esta maniobra de los revoltosos logró que todos los regimientos (dos contra dos) se neutralizaran mutuamente, aboliendo su trascendencia y determinación para decidir una situación determinada. Porque la otra alternativa, la menos aconsejable en era de paz, fue atacar con todo hasta sofocar la indisciplina e insubordinación, teniendo como resultado azarosas secuelas políticas y humanas. Igualmente, las consecuencias durante los 35 años fueron terribles para todos los comandantes y militares "no alineados".  


De histórica devoción militar y de aversión hacia los políticos   


Y ante las insinuaciones de Epifanio Méndez Fleitas (1917-1985) en el seno de la Junta del Partido Colorado, donde procuraba imponer la candidatura de Stroessner por la ANR para conducir los destinos del país, la asociación las rechazó rotundamente, porque los antecedentes del general en contra del partido lo condenaban por completo.   
Stroessner sentía aversión hacia los políticos y esa actitud afloró en la famosa reunión de comandantes realizada en Mburuvicha Róga, cuando el entonces presidente Higinio Morínigo (1897-1985) convocó a los diferentes jefes y comandantes para analizar la complicada situación nacional y para que al final pudieran decidir todos juntos el destino a ser encauzado. En definitiva, ante dos ponencias específicas, Morínigo obligó al "voto karape" para tomar decisiones con base en la mayoría, un sufragio a viva voz en donde se votó por la formación de un exclusivo gabinete militar o por un cogobierno con la ANR.   
En ese entonces, el coronel Stroessner se opuso tenazmente a la incursión de los políticos que respondían al Partido Colorado, sufragando en contra de la ANR. Se había adherido a la instalación de un gobierno netamente militar (por 10 a 2), por consiguiente, el 11-I-1947 votó en contra del Partido Colorado. Como consecuencia de esta situación creada, surgió el famoso y recordado 13 de enero, fecha en que el teniente coronel Enrique Giménez Delgado, a la sazón comandante de la 1ª DC, en una sagaz y audaz maniobra, protagonizó un "golpe de mano" relámpago al gobierno, exigiendo a Morínigo el cogobierno con el Partido Colorado, instalando formalmente a la ANR en el poder. Morínigo, sin fuerzas que le pudiera ofrecer alguna capacidad de maniobra y maniatado como presidente, acató todas las imposiciones, pasando a ser un "presidente títere" de la Caballería, unidad que ratificó su aureola de ser el histórico sostén del Partido Colorado en el poder. Dos meses después (en marzo) comenzaría la revolución de 1947 y posteriormente regiría una larga inestabilidad político-militar donde Stroessner pasó a ser un protagonista "a todo color".

 

Mañana: segunda parte...

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