“Joaco”

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Este año nos pusimos una meta con el equipo: invitar a jóvenes interesados en la política y el funcionamiento de las instituciones públicas a realizar pasantías dentro de la Cámara. Le pedimos una breve monografía sobre su visión de la política y de la realidad nacional. Hace mucho tiempo no sentía tanta satisfacción y orgullo al leer a un joven de 17 años escribir lo que sigue. Nuestro primer pasante se llama Joaquín Denis, le decimos “Joaco” y esto es lo que él piensa de la política y que hoy quiero compartirlo con ustedes:

“Para expresar el porqué de mi interés en la política,  primero es necesario definirla, no en un marco meramente léxico, sino en el sentido de qué representa para mí, un estudiante de 17 años, con escasa experiencia y el ámbito.

En primer lugar, representa la actividad, administración y gestión organizada del más pequeño negocio hasta el más magnánimo y complejo estado. Es decir, la aplicación del concepto de “política” relacionada únicamente a la investidura de un presidente o a la actividad de un parlamentario, si bien no es del todo errónea, es incompleta, por lo que se puede concluir que dicha palabra implica mucho más que lo que informalmente se le atribuye. Sería igual de incorrecto limitar la extensión y aplicación de la palabra “física” a la figura de Einstein y sus avances en materia de armamento nuclear o a lo que se enseña como materia en la escuela, se estaría ignorando que abarca mucho más, ya que está presente en demasiadas dimensiones de nuestra vida diaria, y una ceguera voluntaria, aparte de ser deshonesta, simplemente no resulta productiva.

Por otro lado, tampoco se puede ignorar el rechazo casi sistemático de una cantidad alarmante de jóvenes, a cualquier idea, lugar o persona que tan sólo insinúe la palabra, reflejando algún tipo tabú, si se quiere. Esta reacción probablemente es consecuencia de la nefasta imagen que han dejado a través de los años y gobiernos quienes se dedican a la función y administración, y si bien establecer un prejuicio de tal magnitud no es del todo correcto, lógicamente tampoco es “del todo incorrecto”, basta con tomar un libro de historia para comprobarlo.

En lo que a mí concierne, mantengo una postura escéptica en relación a lo anterior,  por lo que me resisto a creer tres cosas:

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1) Que la política es siempre gris, un cuento de brujas que representa el lado más funesto del hombre, que la mismísima pronunciación de la palabra debe generar un miedo instintivo en quien la escucha

2) Que la política está reservada para “unos pocos”, como si únicamente pudiesen participar en actividades relacionadas a ella ciertos individuos de origen extraordinario, que no necesitan tener principios o formación, sino un aval divino, como en las monarquías de la edad media

3) Que todo lo anteriormente citado es naturalmente así, y sólo así será, desde siempre y para siempre

Creo que estaríamos subestimando nuestra propia capacidad al pensar que esto es algo que no tiene solución. “El conformismo es el néctar de la mediocridad”, reza una frase, si no depende de nosotros, ¿entonces de quién depende?, y no lo digo porque suena bonito, digno de un libro de Coelho, lo digo porque es una pregunta que deberíamos hacernos más a menudo.

Muchos de estos pensamientos son consecuencia de un proyecto en el colegio, el cual consistía en defender una tesis elaborada con una profunda investigación, diferente a cualquier otro trabajo anteriormente presentado. En la elaboración de la tesis, la lectura cumplió un rol trascendental y fue a través de ella que tuve la oportunidad de realizar entrevistas a figuras de la política nacional,  a partir de la aplicación de los conocimientos adquiridos, pasé al marco de la experiencia propia, lo que indudablemente generó una motivación mucho más grande.

Por supuesto, con el tiempo fui aprendiendo funciones, lugares y conceptos, pero había algo que cambiaba siempre, los “nombres”. Al igual que todos los temas, los puntos de vista cambian de acuerdo a la fuente, pero en la política, cuando personas se trata, muy pocas veces tienden a coincidir, y una de las excepciones fue justamente el Diputado Acha. Realicé muchas entrevistas, leí muchos artículos y escuché muchos puntos de vista, rojos, blancos y azules (incluso “amarillos”), pero todos reflejaron una imagen positiva y prometedora, tanto de gestión efectiva como de ideas progresistas, independientemente de la fuente, y esto definitivamente no fue una constante con otras figuras de la política.

En conclusión, pienso que tengo un deber, una obligación moral de contribuir al progreso del país que me dio vida y me vio crecer. Debemos ser partícipes, no meros observadores, pero esto sólo es posible si somos conscientes del valor de nuestro voto, que a su vez requiere conocimiento y por lo tanto formación, y como considero que la motivación es el motor principal del aprendizaje y el trabajo, puedo decir que mi interés en la política es generar interés en la política, porque para que la democracia sea legítima y efectiva, tenemos que saber por quién y por qué estamos votando”.

Ojalá muchos jóvenes mas se animen a asumir esta obligación de la que “Joaco” habla y así, en algún tiempo mas tendremos ese país que soñamos y que de a poco nos estamos animando a construir.