Sobre el nombre común de esta ave asentó Félix de Azara en sus Apuntamientos:
“He oído a algunos llamarle tuí chirirí; pero en realidad no tiene nombre”.
Bertoni (Vocabulario) recogió también para esta especie dicho nombre guaraní, pero con la siguiente grafía Tũĩtshihrihríh. Explica que es onomatopéyico del ruido que dejan oír al volar, el cual es semejante al del aceite al freír (chyryry en guaraní); Gatti (Enciclopedia) lo escribe Tu’i-chĩrĩrĩ.
El individuo descripto, dice Azara en su manuscrito, que fue “el primer lorito o cotorra de [esta] especie y nombre [-Maracanay-]” que vio, en el pueblo de indios de San Joaquín (Tarumá); y, que le aseguraron “que solo en estos parajes se halla”. Aclaró que lo vio a la hora de partir con destino a San Estanislao, el 7 de agosto de 1786, por lo que -con lápiz y sobre una cubierta- pudo anotar rápidamente, sobre él, lo que le pareció más relevante.
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También, que en San Estanislao consiguió “un individuo bien entero, con su cola muy larga”, pero como esto fue también al partir, el 10 de agosto de 1786, lo llevó “con ánimo de escribirlo con más cuidado, pero habiéndolo encargado a un sujeto de satisfacción, cuando llegamos a comer me dijo dicho sujeto que en el camino se le había perdido, cosa que sentí mucho porque en el Paraguay no se halla esta especie”.
En sus Apuntamientos mencionó:
“Yo cogí tres hermanos, que aún no estaban bien vestidos de pluma, y los crie con maíz mascado, que tomaban fácilmente de mi boca como los pichones de paloma; y habiéndomelos pedido una dama, se los regalé. El uno murió por desgracia, otro se escapó por no haberle cortado las alas, y el tercero, que vivió año y medio, aprendió a hablar con la mayor claridad; pero siempre fue alocado, violento, intrépido y arisco, como que jamás se dejaba tocar de su ama ni de nadie. Cualquiera que se le acercase era amenazado con el pico; y si el pájaro podía, mordía cruelmente no solo a la mano, sino también al palo u otra cosa que se le presentase; y si no podía satisfacer su rabia de este modo, lo hacía mordiendo la estaca donde estaba o la jaula”; y, que es escaso en el Paraguay.
Nomenclatura. Sonnini y Azara coincidieron en identificar al Tu’î chyryry con la Perruche à ailes variées de Buffon (Brotogeris versicolorus), representado en la plancha iluminada de Martinet número 359, con el nombre de Petite Perruche verte de Cayenne.
Al respecto, en sus Apuntamientos, luego de transcribir la descripción que Buffon da de esa ave, Azara concluyó:
“Resulta de todo que las identidades sobrepujan a las diferencias; lo que me hace presumir que son el mismo pájaro, y que el autor ha trasladado lo amarillo de las cobijas a los remos, errando en lo blanco, y en llamarle común y numerosa”; y, sobre las diferencias que advirtió en la plancha iluminada de Martinet, se lee:
“La estampa 359 le tiñe de verde totalmente, inclusos los primeros remos; pero los siguientes son blancos, los de después amarillos, los últimos verdes, la cola debajo blanquizca azulada, y el pico y pies rojos”.
Sin embargo, esta ave es el Brotogeris chiriri identificado por Vieillot a partir de la descripción del Maracaná ala amarilla de Azara con el nombre de La Perriche aux ailes jaunes o Psittacus chiriri, conservando el nombre común en guaraní referido por Azara (1817, Nouv. Dict. Hist. Nat., 25, p. 359).
Costumbres. Azara anotó en su manuscrito que, el indio que poseía el individuo que él describió, solo le manifestó “que se domesticaban mucho, y que eran muy dóciles y fiesteros, y que no hablan”; y, en sus Apuntamientos, simplemente indicó las de los tres individuos que mantuvo en cautiverio, arriba citadas.
Nido. En sus Apuntamientos Azara consignó que esta ave: “cría en agujeros de tronco tres pollos parecidos a los padres”.
Caracteres. Los siguientes son los que Azara suprimió en la descripción del Tu’î chyryry de sus Apuntamientos:
Patas: color de carne no encendida;
Pico: color de cuerno blanco sucio. Una membrana blanca asegura la base del pico, y en ella están las narices. En medio, y en la raíz del pico, le nacen plumitas dirigidas hacia atrás y los costados, de modo que forman en medio y raíz del pico un hoyuelo;
Ojos: regulares, rodeados por una membrana blanca.
