Félix de Azara indicó sobre el nombre de esta ave:
“Algunos me dicen que (…) se llama Chipuy, pero este nombre se le da aquí a casi todos los pájaros chicos. Un muchacho es el único que me aseguró que se llama Pitiyú, que quiere decir Pecho Amarillo”. Bertoni la catalogó como Aká hovy.
Nuestro naturalista comentó en estos términos cómo la obtuvo:
“Don Martín Boneo, segundo comandante de Partida, mató en el jardín de su casa de un fusilazo este individuo, y me lo regaló diciéndome que lo había mostrado a algunos, y que nadie supo cómo se llamaba, ni darle la menor noticia relativa a sus costumbres. El mismo me asegura que el año pasado por este mismo tiempo (Agosto) vio esta ave algunas veces en los árboles de su jardín, siempre sola o con su amigo, de que puede sospecharse que es ave de pasa, que no se junta en bandas, y que no es abundante. Yo jamás la he visto hasta ahora. Como quiera, es avecilla de las más bonitas que hay por acá”; complementó en sus Apuntamientos que: “Aunque no abunda he tenido muchos en el Paraguay, y algunos en Buenos Aires”.
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Nomenclatura
Sonnini señaló que esta especie era L’onglet, novena especie de tangará de Buffon (Tanagra striata), y no así el Septicolor (séptima especie de tangará de Buffon), con la que nuestro naturalista también la comparó, por presentar notorias diferencias. Pero es el caso de que el Lindo celeste oro y negro de Azara no es otro que dicho Septicolor de Buffon, el cual fue clasificado por Gmelin con la denominación de Loxia bonariensis en el Systema naturae per regna tria naturae (1 [2], p. 850).
El epíteto que identifica a esta especie corresponde al lugar de dónde se obtuvo el espécimen tipo.
Costumbres y nido
Azara fue muy escueto sobre las costumbres de esta ave; en el manuscrito solo dijo que le refirieron que corría “lo[s mismos lugares] que el Sayoyby” y que sospechaba que fuera de pasa, mientras que en sus Apuntamientos, mencionó que “tiene triplicadas hembras que machos; lo que atribuyo a que los pollos conservarán la librea de las madres por mucho tiempo. Siempre lo he encontrado solo, a veces un macho con tres, cuatro y hasta seis hembras, y nunca dos machos juntos. Las formas y costumbres no difieren de las del saihobí”.
De su nido asentó en su manuscrito que un muchacho le había asegurado que lo hacía “en matorrales con palitos, en que pone dos huevos”.