Félix de Azara refirió sobre el nombre y la distribución de esta ave:
“El primer nombre [Teteu] es paraguayo, el segundo [Teruteru] se lo dan en Buenos Aires. En ambas Provincias es ave muy común”. En sus Apuntamientos, en casi iguales términos, anotó:
“Le dan el primer nombre [Terutéro] en Buenos Aires y Montevideo, y el segundo [Tetéu] en el Paraguay. Ambos le convienen, porque los canta con frecuencia agria y fuertemente incomodando bastante. También canta de noche si oye rumor, y por eso dicen que es enemigo de los contrabandistas. Igualmente lo es de los viajeros y cazadores, porque suele ir a encontrarlos y los acompaña, incomodándolos con sus voces continuas y alborotando la caza. Es muy común, y le son indiferentes el Paraguay y las pampas de Buenos Aires, porque en todas partes es estacionario y vive con gusto”.
Bertoni lo catalogó como Tetéu.
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Azara mató al individuo que describió de un escopetazo, junto con otro idéntico, de los que no dudó que eran macho y hembra; y, en sus Apuntamientos, detalló las características del pollo de la especie.
Nomenclatura
Sonnini y Azara concluyeron que el Terutéro era el Vanneau armé de Cayenne de Buffon, representado en la estampa iluminada número 836 de Martinet; sin embargo es de la subespecie identificada por Wagler en 1827 con la denominación de Charadrius Lampronotus (actualmente Vanellus chilensis ssp. lampronotus) en su Systema avium (1, p. 74, sp. 48), a partir de las referencias de Azara sobre dicho Terutéro.
El epíteto que identifica a esta subespecie corresponde a la palabra griega lampronotus/brillante, en atención a la siguiente característica del ave indicada por Azara:
“pero las plumas del escapulario reflejan oro en conjunción con la luz, y morado en la oposición. Las cobijas del trozo medio pardas con reflejos más vivos morados, verdes y azules”.
Costumbres y nido
Sobre las costumbres y nido del Tetéu comentó Azara:
“vive en los campos, jamás sube [a] algún árbol, ni entra en los bosques, van por lo regular a pares, aunque alguna vez he visto juntos hasta diez o doce. Su vuelo, por lo común, no es alto ni largo, aunque a veces se dilata bastante; no es ave esquiva y regularmente, viendo a un hombre, revolotea alrededor de él con apariencia de investirle, canta su nombre agria y fuertemente, de modo que incomoda el oírle. A cualquiera hora de la noche, que oiga ruido, se esfuerza en cantar, por cuyo motivo suelen decir que es enemigo de los contrabandistas. Suele acompañar a los cazadores largo trecho, incomodando sus oídos [y] alborotando la caza. Yendo yo del Río Grande a Maldonado encontré, en el mismo camino, una ave de estas sobre dos huevos, sin nido alguno; se apeó un peón y lo cogió con la mano, sin ceremonia ni cuidado, porque no hizo más la ave que ensanchar sus alas presentando los espolones y ponerse en pie, lo tomé en la mano y lo largué; voló alrededor de nosotros sin chillar; un Caracará que estaba mirando a la fiesta, se arrojó sobre sus huevos, tomó uno en la boca, y se fue con él, volvió luego por el otro, y lo llevó a sus hijos, que tenía inmediatos al camino, en un cardal. / Cría dos hijos el Teruteru, los cuales echan a correr luego que salen del cascarón. Corre bastante esta ave, con su cuello casi vertical, y sin menearlo”.
En sus Apuntamientos agregó:
“en todas partes es estacionario y vive con gusto. Parece que da preferencia a los campos secos, sin despreciar los húmedos y anegados, como tengan despejo para correr. No se interna en las aguas y bosques, ni se posa sino en el suelo. Va por lo común con su pareja idéntica, y si alguna vez se junta en familias a bandaditas, es por casualidad, y se deshacen luego por falta de instinto sociable decidido. Su vuelo no es violento ni elevado, aunque a veces se prolonga bastante; y también hace gambetas en el aire, jugando hasta ponerse de costado o panza arriba. No riñe con otros pájaros: camina con la cabeza y cuello inmóviles a pasitos cortos y frecuentes, sin que su ligereza llegue a la mitad de la perdiz. Come lombrices, grillos y otros insectos, que pilla bajando mucho lo anterior del cuerpo y levantando la popa. No es arisco, y suele revoletear alrededor del hombre amagando herirle. Lo mismo hace con el caracará y cualquiera otro pájaro o animal que se acerque a su nido”; y,
“Cría desde octubre a diciembre. Deposita los huevos en el suelo sobre pocas o ningunas pajas, porque si las hay no es porque las haya acopiado. Pone lo más cuatro, y lo menos dos huevos color de aceituna en adobo clara, muy jaspeados con negro, agudos en un polo, largos veinte líneas, gruesos catorce un medio. Los pollos luego que nacen siguen a los padres, que se alborotan cuando alguno pasa cerca, cantando con toda su fuerza pudiéndose oír de una milla; y ensanchando las alas, las arrastran, y corren dando vuelecitos, todo con el fin de desviar el objeto: de modo que por sus procederes se conoce la proximidad de los huevos o pollos. Estos se agachan a la voz de los padres; pero si uno se apea a cogerlos, furiosos los padres envisten, y casi llegan a tocar el sombrero. Son buena comida; y suelen criarlos desde pequeños en las casas, donde se hacen muy mansos, y se introducen en los cuartos y cocina, buscando siempre insectos y migajas de carne. Viven en paz con las gallinas, y las temen mucho. Le considero pájaro singular aquí. Vuela batiendo a compás las alas, y con el susto sube y baja la cabeza verticalmente”.
