Adiós a Juan Bautista Villalba

El fútbol paraguayo llora en estos días a uno de sus hijos mimados, Juan Bautista Villalba, un "wing" de los de antes, que dejó su sello personal a lo largo de una carrera escrita con goles espectaculares.

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Villalba se formó en esa cantera inagotable que es el Sportivo Luqueño, donde jugó hasta el ’46, cuando fue transferido al Olimpia, y tuvo un fulgurante paso por la selección nacional de esos tiempos. Compañero de figuras de la talla de Leocadio Marín, muchos de cuyos goles de cabeza surgieron de los centros precisos de "Juan B", ya sea en Olimpia como en la selección.

Era un puntero de esos que hoy escasean. Que buscaban la raya de fondo, que picaban con endiablada velocidad y cuyo furibundo remate dormían casi infaliblemente en la red. Sus centros eran matemáticos y casi siempre terminaban en gol.

Debutó en la selección nacional la histórica tarde del 7 de julio de 1945, en el viejo Estadio de Sajonia, el día en que la selección paraguaya alcanzó su más espectacular victoria frente a Argentina, a la que vencimos 5-1. Cada uno de los delanteros hizo un gol ese día: Pedro Fernández (de Cerro), Vicente Sánchez (de Nacional), Leocadio Marín (de Olimpia), Delfín Benítez Cáceres (de Libertad) y Juan Bautista Villalba (de Olimpia). René Pontoni hizo el único gol argentino.

Cuando en 1946 se hizo el sudamericano extraordinario de Buenos Aires, Villalba fue llamado a formar parte de la selección y le hizo dos goles a Bolivia (ganamos 4-2), el 23 de enero. Luego anotó 1 contra Brasil (1-1) el 29 de enero, y otro contra Uruguay, el 8 de febrero.

Para el sudamericano del ’47, en Guayaquil, volvió a ser convocado y su producción goleadora fue en aumento: anotó 1 contra Perú (2-2) el 6 de diciembre, otro ante Uruguay (4-2) el 13 del mismo mes y dos más frente a Colombia (2-0), el 20 de diciembre. Cerro su campaña con la albirroja anotando otro gol más, frente a Chile (1-0) el 23 de diciembre. Jugó 14 partidos y anotó 10 goles. Un promedio envidiable, por cierto.

Tentado por "El Dorado" colombiano, se marchó a aquel país, donde brilló como muchos otros paraguayos de su tiempo.

"El último año que estuvo en Olimpia, antes de emigrar a Colombia, sufrió la rotura de una arteria de la nariz y su vida corrió peligro. Todo Luque, donde era muy querido, se movilizó para proveer sangre y asegurar el éxito de la operación a la que fue sometido", recuerda el doctor Emilio Insfrán Villalba.

Falleció el pasado Viernes Santo, y ya forma parte de la historia y del recuerdo. En su honor y su memoria, el fútbol hizo un alto y guardó un minuto de silencio el pasado domingo en el "Feliciano Cáceres", antes del juego entre Luqueño y Libertad.
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