Chile vive el día doce de protestas contra el gobierno de Sebastián Piñera, después de que el presidente haya elevado el precio en el pasaje del metro. Esta decisión generó masivas manifestaciones, pero, a pesar de retroceder con la determinación, miles de personas continúan en las calles de las principales ciudades del país trasandino. Lo que primero fue un reclamo, luego se convirtió en vandalismos, saqueos, incendios y enfrentamientos con la policía y los militares.
En ese entorno, días atrás, la Conmebol ratificó que la Final Única de la Copa Libertadores se jugará en Santiago. Como la situación no mejora, Alejandro Domínguez solicitó una audiencia con Piñera para abordar el tema de la organización del partido entre River Plate y Flamengo para el 23 de noviembre. A las autoridades locales y a los directivos del ente rector del fútbol sudamericano les resta menos de un mes para la definición del título.
“Hay un compromiso de que se juegue en Chile, pero hay que ser realistas en el sentido de que hay que ir midiendo los hechos que se desarrollan día a día en la sociedad. Esperamos la normalización y hay una realidad nacional más importante que el fútbol”, comentó Sebastián Moreno, titular de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional. Si no existe una certidumbre para el duelo entre los argentinos y brasileños, la Confederación deberá analizar una alternativa.
“Hasta este lunes al mediodía existía certeza sobre la final, pero con lo que ocurrió después todo volvió a complicarse”, explicaron al diario La Tercera desde la ANFP. En caso de que la capital trasandina no garantice la Final Única, Asunción se convierte una sede potable, ya que el sábado 9 de noviembre, la Nueva Olla de Cerro Porteño abrirá sus puertas para la definición de la Copa Sudamericana entre Colón de Santa Fe e Independiente del Valle.
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