El domingo 28 de agosto de 1982 vino al mundo Carlos Agustín Duarte Martínez. El deportista de Mauricio José Troche (Guairá), es hijo de don Elizardo y doña Rosalina. Sus hermanos son Benjamín, Éver, Mirta y Amada. “Lito” está casado con Ani Gabriela Figueredo y sus hijos son Santino y Gianna Gabriela.
Se inició en el club Capitán Troche y después militó en Independencia, 11 Estrellas de Melgarejo, Olimpia y Pettirossi de Villarrica, Caacupé FBC, Blas Garay, Libertad de Oviedo, Cerro Corá, Guaireña, Ovetense y Galicia. En algunas instituciones tuvo más de una etapa, como en Guaireña FC, del cual es el atleta con más partidos y anotaciones.
“Pasé muchas cosas difíciles. Ijetu’u, porque en el interior, en la Intermedia, las canchas son muy feas”, expresó el delantero, quien indicó que debían realizar viajes largos a Pedro Juan Caballero y Encarnación que resultaban cansadores por las condiciones precarias en las que iban. “Es que no es la comodidad que se tiene en Primera, en Intermedia casi se manejan como club de Liga”.
En su época juvenil, aparte de jugar al fútbol tenía que sudar no solo en la cancha, sino fuera de ella para cubrir sus gastos. Con un vecino le metía pata en la albañilería y con su tío, en un escalón un poco más elevado, trabajaba en fabricación de losas. Retornaba a casa prácticamente “muerto”, porque la tarea era pesada y la “alimentación”, súper liviana. Galleta dura, mortadela, en el mejor de los casos tortilla, empanada, algunas de ellas recalentadas, de días anteriores. Pero había que comer.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Un momento que le marcó fue cuando su abuelo le prestó seis hectáreas de tierra para plantación de caña dulce. “Osê porã chéve tres años”; es decir, que en forma paralela, facturaba en ese rubro, hasta que “me dejé y me metí en la parte de ferretería y electricidad”. Y le fue mejor todavía. “Hasta ahora estoy en eso, salva todito”.
Al casarse, su vida cambió... para bien, porque era un poco cabezudo. “Ndetavy... Bandido era, cheformal-eterei”. Pero su cable a tierra es Ani y con la llegada de los chicos fue comprendiendo cosas que capaz en su soltería no tenía en cuenta. “Mi esposa también trabaja, nos ayudamos en todo”.
El joven del barrio Santa Rosa vino en el 2001 a Asunción a estudiar educación física y de paso jugar en el 12 de Octubre de Itauguá, en la Reserva, cuando el Nino Arrúa era el entrenador de cabecera. “Hendy..., ipo’i la piola”, dijo por las condiciones económicas, por lo que retornó a su zona para graduarse de profesor de educación física y salud.
“Enseñé durante 15 años en Itapé, en Natalicio Talavera, en varias instituciones y luego dejé”. ¿Por qué? “Che akãraku la negocio-re” y se metió de lleno en su emprendimiento, aunque por las redes sociales sigue conectado con algunos de sus exalumnos. “Te saludan, hola profe y eso es lo mejor, que se acuerden bien de uno”.
Con la pelota ganó plata para el día a día. “No me quejo”, pero el momento más importante es ahora, en el profesionalismo. Con salario y premios permanentes gracias a la buena campaña, saca alrededor de 20 millones de guaraníes al mes. “Igústoma”, dice. “No me quejo, en Interligas casi no se cobraba. En otros lugares, sueldo he’upa voi”, hasta que a los 33 años se casó y dio un giro de 180 grados.
Considerado “abuela memby”, porque sus padres se fueron a Argentina y a él no le gustó la idea y decidió quedarse. De recreo para la escuela, casi nada. A veces 50 guaraníes y, con suerte, 100. Pororó, pan negra, bollo, nada más. Hasta el tercer grado acudía descalzo y la bolsa de arroz le servía de mochila. Creció con sus abuelos Romualda y Gregorio. Sus platos preferidos son bien típicos, so’o apu’a, locro, sakarõ. Tal vez por eso a su paladar le costó acostumbrarse a lo fino, las pastas y demás que le brindan a los deportistas de alto nivel, entre los cuales está él, con gran sacrificio y a una edad para muchos inimaginable.
Pedro Bogado era su compañero de equipo que tenía su mismo calce y le prestaba sus botines. “Para el segundo tiempo le hacía la seña para que me pueda dar y jugar. A veces venía de buen humor y podía comenzar el partido y luego salir para que yo entre”.
“Lito” es de compartir el tercer tiempo con los muchachos, pero a su justa medida. “Siempre digo que todo tiene su momento y su lugar”. Lo que pasa es que los muchachos se exceden un poco, principalmente en el trago, expresa.
Su obsesión es la casaca 10, en los clubes en los que va en lo posible manda reservar ese número, pero “en la campaña, rico ra’y mante omoî vaerã la 10” y eso le generaba rabia. “Ndovaléi mba’everã ha omoîse la 10”, comentó. Y al talentoso Duarte le tocaban numeraciones elevadas, “19, 20 y eso me daban, estaba casi último en la planilla”.
Su ídolo es Ronaldo Nazario, “definidor nato”, aunque como ya lleva años en el popular deporte, también admira a Roberto Baggio. Es cerrista, pero el jugador nacional que más le gusta es Roque Santa Cruz. “Demasiado sabe jugar, es el número 1 en la actualidad”. Su sueño es poder intercambiar el domingo la casaca con el olimpista en el Parque del Guairá, aunque ve difícil. “Con este protocolo es un poco complicado, salvo que reserve algo con él antes o ustedes le tiran un Whatsapp que ‘Lito’ demasiado quiere su camiseta”. Que tome nota el generoso capitán franjeado para entregarle el presente a un colega que debió superar numerosos obstáculos para estar a su “altura”. Con llegar a la Intermedia se sentía feliz, porque reforzó las selecciones de Ovetense, Guaireña y Paso Yobái, que para los de tierra adentro ya constituye una alta distinción. Hoy está en Primera, en otro mundo, cobra una dimensión distinta, aunque siempre con la misma humildad, escuchando su cachaquita en medio del tramo de unos 35 kilómetros para llegar de Troche a Villarrica todos los días.
“Mi debut fue algo único, che py’a kyrýî. Entré contra Nacional ya cuando estábamos perdiendo, pero igual estar así en una cancha tan linda, fue algo único”.
“Después frente a Sol de América marqué el gol, ahareíma hese. Ante Guaraní fui titular, no marqué, pero tranquilo”, dice.
Carlos se caracteriza por su fortaleza mental, que le permite superar sus límites. Y piensa en grande, como se dice, sueña despierto. “A los 38 años jugar la Copa Sudamericana, por qué no, seguir haciendo historia con Guaireña. Boca Juniors umía kóntrape ajuga, ha opa la pleito”.
