De mal en peor
Este Olimpia definitivamente no llena. Sin generación de juego colectivo, depende de los arrebatos individuales para marcar la diferencia. El uruguayo tendrá como excusa las bajas por las lesiones (Montenegro entró y volvió a salir), pero los buenos técnicos son aquellos que se las agencia con lo que tienen.
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La propuesta franjeada de la primera etapa fue soporífera. Dos tantos (Cardozo y Paiva) bien anulados por posición adelantada. Después, corridas para recuperar el balón y volver a perderlos con facilidad.
“Triqui” actuó con inteligencia. Llegó al desequilibrio con un golazo de Delvalle con su remate con “rosca” desde fuera del área. A esa altura la paciencia de la afición estaba colmada por tan pobre exposición que no alcanzaba ni para mantener el arco en cero.
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En la complementaria se dio una leve mejoría olimpista, suficiente para el empate que levantó a todo el público con la anotación espectacular de Richard Ortiz, como la que había registrado en el clásico del año pasado. Pase de Silva y la resolución al estilo fútbol playa del capitán, de espaldas al arco.
Con empuje, el equipo local pudo haber llegado al triunfo, para maquillar una vea más un presente que no es lo mejor. Para un gigante como Olimpia, igualar es como perder, con un planteamiento que no es el ideal. Lleno de volantes y un solo delantero, inadmisible.
Trinidense también tuvo ocasiones para triunfar, aunque su rendimiento de la etapa final haya decrecido con relación a la inicial.
El presidente franjeado había sacado pecho tras el debut triunfal de Aguirre contra Libertad. Pasó el tiempo y en vez de crecer, el equipo involuciona.