El guipuzcoano tuvo una vida llena de paradojas hasta su partida de este mundo, en 2014, ya con 70 años.
Esto porque mientras desde el púlpito abogaba por el respeto a la vida y el incentivo a todas las formas de propiciar el bien sin mirar a quien, en la cancha se revelaba como un delantero letal para sus rivales y de gusto por el gol casi lascivo.
Bazurco pasó a la historia como el primer sacerdote con licencia para jugar al fútbol profesional, y en los anales de la Copa Libertadores no hay otro como él, que después de años de vivir en Ecuador volvió a España, donde colgó los hábitos y las botas, se casó, tuvo dos hijos y se dedicó a la enseñanza de la filosofía.
Desde sus andanzas juveniles como delantero de Motriko, de la tercera división española, la gran encrucijada de Bazurco estaba entre la fe y el fútbol.
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La Real Sociedad lo tentó para llevarlo a sus filas y muchos desvelos debió pasar hasta darle el no.
Llegó como misionero a la localidad ecuatoriana de San Camilo en 1969, pero pronto fue más conocido por sus goles que por sus sermones.
De la noche a la mañana estaba jugando en Liga de Porto Viejo y sus hazañas no tardaron en ser conocidas por los directivos del club Barcelona, que necesitaba reforzar su plantilla para encarar la Copa Libertadores de 1971.
Para el partido de vuelta de las semifinales, Barcelona llegó el 29 de abril a los pagos del encopetado Estudiantes de La Plata, campeón de las ediciones de 1968, 1969 y 1970.
El Pincharrata nunca había perdido un partido de Copa Libertadores en su casa, y en los días previos los directivos se habían manifestado en términos nada comedidos sobre el nivel del rival.
Era tal la confianza desbordada del equipo argentino que sus hinchas habían adoptado el cántico: "Mozo, tráigame otra copa...".
Pero los dioses del fútbol quisieron otra cosa.
El reloj marcaba 63 minutos de juego cuando el cura Juan Manuel Bazurco recibió un pase en profundidad del legendario Alberto Spencer, y con un remate seco de pierna derecha venció la resistencia del portero Gabriel 'Bambi' Flores.
La sorprendente victoria por 0-1 terminó siendo conocida como 'la Hazaña de La Plata' y el padre Bazurco fue idolatrado por sus 'botines benditos'.
