A lo largo de los próximos cuatro años le tocará ultimar los preparativos de cara al Mundial 2030, organizado por España, Marruecos y Portugal.
En una entrevista con EFE en 2019, ya anticipaba que una candidatura conjunta de España y Portugal (en aquel entonces todavía no se hablaba de Marruecos) reunía todos los requisitos para acoger un Mundial de "condiciones únicas" por las infraestructuras de que disponen ambos países.
Proença se postuló para suceder a Fernando Gomes al frente de la FPF el pasado 3 de febrero, bajo el lema 'Unir el fútbol', con un programa que no descarta que la Supercopa de Portugal pueda celebrarse en alguna ocasión en el extranjero y con la idea de profesionalizar la labor de los árbitros.
"Portugal no va a excluir de su campo de posibilidades la disputa en el extranjero de algunas pruebas, en concreto la Supercopa totalmente relanzada en nuestro calendario deportivo", dijo durante la presentación.
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Asimismo, abogó por una "profesionalización absoluta" de los árbitros, "una realidad que pasará por la implementación de un modelo empresarial para la gestión del sector".
Y consideró que liderar la FPF "exige hoy competencias propias de un gestor, conocimiento específico de la modalidad y una comprobada capacidad de unión".
De 54 años, con formación en Gestión, Proença fue escogido por primera vez como presidente de la Liga Portugal en 2015 y posteriormente reelegido en 2019 y 2023.
En noviembre de 2023, asumió la Presidencia de las Ligas Europeas y en febrero de 2024 fue ratificado como miembro del Comité Ejecutivo de la UEFA.
En un discurso en abril pasado en la Asamblea General de las Ligas Europeas en Londres, Proença defendió que haya torneos nacionales "fuertes, sostenibles y competitivos" para que la industria y el ecosistema prosperen y se mostró en contra de la Superliga, "una competición elitista para el interés de unos pocos".
"Cuando leo o escucho sobre temporadas que baten récords en lo relativo a la afluencia o cuando veo carreras por el título en varios países que son emocionantes hasta el último partido, me hace sonreír y sentirme orgulloso", dijo el exárbitro.
En esa alocución, explicó que desde la asociación han mejorado las regulaciones y distribución financiera de los recursos, con mecanismos de solidaridad mejorados, así como las relaciones contractuales entre las ligas, clubes y jugadores.
Abogó por "proteger" el calendario de las competiciones no solo para garantizar su valor deportivo y económico, sino también para "proteger la salud" de los jugadores, e insistió en la "responsabilidad de crear un entorno seguro y agradable" para los aficionados.
Antes de presidir la liga lusa, Proença desarrolló una carrera de arbitraje hasta 2015.
En 2012 fue elegido el mejor árbitro del mundo por la Federación Internacional de Historia del Fútbol y Estadísticas. Ese mismo año arbitró la final de la Liga de Campeones entre el Chelsea y el Bayern Munich.
