En el encuentro, jugado en Asunción y en el que salió victorioso Palmeiras por 0-3, varios hinchas del Cerro Porteño llamaron "mono" al delantero Luighi Hanri y a otros futbolistas brasileños. Además un hombre, que llevaba un niño en brazos, hizo gestos simiescos al lado del campo, cuando pasaba un jugador del Palmeiras.
Durante el partido, los futbolistas brasileños le denunciaron los hechos al árbitro, que decidió no interrumpir el encuentro.
En un documento de 29 páginas, la CBF exigió "tolerancia cero contra los actos discriminatorios" y denunció que el protocolo de la FIFA contra el racismo "fue incumplido por el arbitraje".
En la denuncia, la CBF también señaló que el fútbol sudamericano "tiene un historial de impunidad" frente a actos racistas, que las sanciones aplicadas son, en gran parte, "insignificantes" y que la mayoría de las víctimas son brasileños.
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La CBF recalcó en un comunicado que el racismo "es un delito que atenta contra la dignidad, la integridad y los principios fundamentales del deporte" por lo que "debe ser castigado con penas que tengan un fuerte impacto sobre los responsables".
Por la situación, el presidente de la CBF, Ednaldo Rodrigues, apuntó que lo que se espera de la Conmebol "es rigor".
"Basta de racismo y multas que no llevan a ninguna parte. "Queremos castigos deportivos", reclamó.
Hasta el momento, la Conmebol lanzó una breve nota en su cuenta de X en la que "rechaza tajantemente cualquier acto de racismo o discriminación de cualquier tipo" y adelantó que "implementarán las correspondientes medidas disciplinarias, y se están evaluando acciones adicionales en consulta con expertos en la materia".