Según las autoridades locales, esta decisión se tomó por razones de seguridad y para evitar disturbios y protestas, pero ha sido criticada tanto por el club israelí como por el propio Gobierno británico, que hizo "todo lo que estuvo en su mano" para tratar de revocarla.
"No le hemos fallado a nadie", dijo Craig Guildford, jefe de la policía de West Midlands. "Si se toma una decisión hay que respetarla. Están hechas con el mejor entendimiento posible de cuál es la amenaza y el riesgo. Nuestro trabajo como policías es asegurarnos de que todo el mundo va a estar seguro. Nunca vamos a contentar a todo el mundo", agregó.
Este lunes, el Maccabi informó de que rechazaría entradas para la afición visitante si las acabara recibiendo porque "se ha creado un ambiente tóxico que pone en duda la seguridad de los aficionados".
Tras este anuncio, la embajada de Israel se mostró "muy preocupada" por la "hostilidad" que ha llevado al club israelí a tomar esta decisión.
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"Es triste que los extremistas hayan convertido el fútbol, un deporte que se supone que tiene que unir, en una plataforma para la intimidación, dejando fuera a los aficionados judíos e israelíes de los estadios británicos", destacó.
"Igualmente preocupante", añadió, "es la retórica inflamatoria y racista de algunos miembros del parlamento. El aumento del antisemitismo, llevado por los cánticos de odio y el ostracismo de judíos es muy preocupante".
